Revista Opinión

Sin cobertura

Publicado el 02 junio 2011 por Carmentxu

He llegado a la conclusión de que mis alteraciones visuales, que se manifiestan físicamente en una contracción de la pupila, no son más que fruto de… no mi imaginación, que ahí están, sino de una elevada exposición a la estridencia. Los pepinos quedan descartados, ahora que Alemania se desdice: comí hace unos días en forma de crema, después de confundirlos en la verdulería con unos calabacines (un error craso al que vuelvo cada primavera), pero la equivocación no tuvo repercusiones más allá de la airada protesta de las papilas (que no pupilas) gustativas. Esta contracción ocular, que entrecierra mi cerebro a la excesiva luminosidad, es sólo un método de autodefensa frente a la agresión visual y acústica de la mal llamada información, sea cual sea el formato.

Sin cobertura
Con este autodiagnóstico que me complace y me explica en palabras llanas lo que no me supieron explicar los médicos, procedo a autoprescribirme vacaciones interiores. En cuanto escriba esta entrada, prepararé una bolsa con lo imprescindible, me dirigiré al puerto y alquilaré un pequeño velero. No sé navegar y creo que me marearía un vaivén continuado, pero la ventaja de irse de vacaciones mentales es que basta cerrar los ojos y sumergirse para navegar, volar, subir montañas sin perder el fuelle o regatear en el Gran Bazar sin perder los estribos. Cuento con la complicidad de la realidad y los vientos no soplan fuertes hoy. Será un bautismo de mar tranquilo en este primer día de navegación. Dejaré volar la mente, compartiendo espacio con albatros, chorlitos, gaviotas, golondrinas,… todo un ejemplo de integración sin xenofobia ni echar la culpa al otro del mal estado de la atmósfera o del agua, mientras navego hacia mar abierto. Y así durante horas, hasta que me canse de observar el infinito azul, con sus tonos, sus texturas, salpicados de abstracciones de blanco, enfocando y desenfocando a placer, y perdida la mirada y la brújula. En este mi periplo viene a colarse una mancha marrón al fondo, diminuta, poco más que una línea. No sé si estaba allí antes o acaba de aparecer fruto de un corrimiento de tierras submarino. ¿Otra alteración visual? No, bien podría ser una isla. No distingo ningún promontorio ni antena de telecomunicaciones. Es una isla sin ruidos artificiales ni artificiosos, ni cobertura. Pongo rumbo a tierra.


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