Los trabajadores de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona) han convocado cuatro días de huelga, que coincidirán con la celebración del Mobile World Congress, esa feria que se celebra cada año en Barcelona y que reúne a cientos de yuppies atacados aferrados a sus móviles, hablando compulsivamente a la nada mientras son vomitados por la boca del metro hacia la explanada que les separa de su pabellón. “Estoy llegando, acabo de salir del metro”, se oye en cualquier pronunciación imaginable del inglés. Y esta es la noticia, que esos días de huelga (27, 28, 29 de febrero y 1 de marzo) deberán moverse en taxi que pagarán religiosamente en forma de dietas las multinacionales para las que trabajan y que esos días aumentarán hasta la estratosfera sus ingresos porque serán muchos los ciudadanos de a pie que se verán obligados a llamar por el móvil a sus empresas: “Oye, que llego tarde. La huelga… Estoy en… No sé dónde estoy. Ya llegaré”. De esta forma, la huelga de TMB se convierte en una oportunidad única de salir del bache para muchas de estas compañías en guerra permanente por la cuota de mercado y el beneficio. Incluso alguna podría plantearse desde ahora una tarifa plana del pánico, especialmente destinada a días de huelga en los transportes, días en que sube con toda seguridad el consumo: “Ya llegaré”… Para que luego digan que las huelgan dañan la imagen de la ciudad, cuando lo que hacen es incrementar el consumo. Los que dañan la imagen son los que recortan y los que van a dejar a los desempledos apenas sin cobertura, no quien protesta.
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