Sin excusas

Hoy quiere contarles un cuento. El de Benita. Una anciana de 91 años, 91, que aprendió a leer y a escribir hace dos. Y desde entonces, en 24 meses, atención, ha escrito: 30 cuentos, sus memorias, una novela, otro libro que no les puede especificar y prepara una compilación de refranes españoles.

Esta buena mujer de origen extremeño que vive en Elche ha decidido aprovechar el tiempo que le queda y dejar un legado. Primero, donó con mucha ceremonia dos docenas de ejemplares a la biblioteca municipal de Elche y, recientemente, ha hecho lo propio con la planta de Pediatría del Hospital General de la ciudad en la que reside y hospital del que, además, es usuaria. Los relatos se titulan “Los cuentos de la abuela Benita” y los pequeños pacientes han tenido el privilegio de que esta autora se los dedique.

Una autora que sabía de letras lo justo pero que de la vida sabe un rato. La misma vida que le impidió asistir a clase más que lo justo. A aprender las cuatro reglas y le negó todo lo demás. Pero esa misma vida, no contaba con sus ganas. Porque Benita escribe sus textos a ordenador, qué se pensaban. Un buen día, vio cómo su hija escribía en un portátil. Y quiso aprender. Y hasta hoy.

No entra a valorar la calidad de sus textos. Pero su valentía, sus ganas y su fuerza, le sobrecogen. Es lo que tienen las pasiones: que absorben. Ella que siempre bromea acerca de sí misma alegando que es un poco TOC para justificar su actividad vital y profesional -y, aunque intuye que algo de eso hay en el fondo- son precisamente las pasiones lo que le han impulsado a hacer cosas maravillosas y cambios profundos en su vida. Porque las pasiones, por definición,  tienen que obsesionar. O no ser.

La obsesión de Benita, como la suya, el amor por los libros. Por crecer, por contar, por compartir. Ahora, a ella, sólo le toca ser consecuente. Dejar de engañarse a sí misma y empezar a escribir de verdad. Una vez ha conocido la historia de Benita ya no tiene excusas. Y a ustedes, ¿también les han dinamitado la suya?