Revista Opinión

Sin memoria

Publicado el 13 enero 2012 por Carmentxu

La economía no se reactiva ni uno no quiere. La frase se puede extrapolar a cualquier otro verbo y basta con que uno no quiera para bloquear cualquier iniciativa de futuro. El Banco Central Europeo parece que últimamente sí quiere. Ayer ratificó el cambio de rumbo tomado en las últimas subastas de deuda, en la línea de otros bancos centrales, y volvió a inyectar liquidez a las maltrechas incursiones en busca de inversores de España e Italia. Cuestión de oferta y demanda. El objetivo es que bancos y cajas de ahorro obtengan más liquidez y, así, puedan después a su vez facilitar créditos a empresas y personas, ya en el plano de la economía real, la productiva, la que nos va a sacar de ésta. Y aquí es donde se levanta el muro, donde el que no quiere enarbola su poder de veto y paraliza cualquier esfuerzo. Las entidades financieras llevan ya tiempo disfrutando de esa liquidez, con intereses del 1% y los fondos públicos que se han destinado a la banca no han tenido otro objetivo, además de intentar sanear sus derruidas cuentas después de los locos años de la construcción desmesurada.
Pero esa liquidez que obtienen ahora se queda ahí, cuadrando sus balances y costeando costosas reestructuraciones (más despidos), sin trasladarse a quien de verdad lo necesita. El sistema bancario se convierte entonces en una tubería obstruida donde se estanca el agua hasta formar una costra de cal impenetrable. Si no se desatasca, por las buenas o por las malas, la cocina se inundará cuando se abra el grifo, y no hay fontaneros dispuestos a escrutar el desagüe y ensuciarse arreglándolo, siguiendo la pista del escape. La banca tampoco entiende de fontanería y no recuerda su razón de ser, más allá del beneficio rápido y la rentabilidad a cualquier precio.

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