Revista Coaching

Sin noticias de la innovación

Por Jlmon

SIN NOTICIAS DE LA INNOVACIÓN
Des­pués de tan­tas pre­fe­ren­tes, ladri­llo oxi­dado, aero­puer­tos mar­cia­nos, tar­je­tas opa­cas y juz­ga­dos de guar­dia que no dan de sí con tanto corrupto, uno se pre­gunta: ¿y qué fue de la Innovación?La Inno­va­ción fue como la can­ción del verano, como un otoño sin flor, como un sacris­tán sin poli­llas, un bar sin tor­ti­llas, en fin, un océano sin mar. La Inno­va­ción lo fue todo y no fue nada.¿Y por qué?Por que no podía ser de otra forma y manera. No hubo con­vic­ción aun­que sí mucha eru­di­ción. No hubo volun­tad aun­que sí mucha música y cele­bra­ción. Acabó con­vir­tién­dose en el soni­quete pre­fe­rido de polí­ti­cos y con­se­je­ros, minis­tros y pre­si­den­tes. Era peor que una pesa­di­lla en Elm Street. Conec­ta­bas la radio y allí estaba, dor­mi­ta­bas frente al plasma y allí te la encon­tra­bas, repos­ta­bas gaso­lina y te entraba por los ojos aque­llo de “inno­va­mos para ti”, ya no com­pra­bas deter­gente, ahora era power – inno­va­tion, hasta el cura de mi pue­blo inno­vaba dando la misa con la tablet  de la man­zana del pecado.De repente, un día, todo aque­llo cesó como si de una tor­menta de verano se hubiera tra­tado. Ya no había cele­bra­cio­nes, ni dinero a fondo per­dido. Sólo había incer­ti­dum­bre, miedo y pará­li­sis. Y siguiendo las ense­ñan­zas de Santa Teresa, en tiem­pos de tri­bu­la­ción, mejor no hacer mudan­zas aun­que muchos tuvie­ron que hacerla a fuerza de desahu­cios, eres y demás desgracias.Hubo un intento de repe­tir la jugada aun­que cam­biando de estre­lla, tras­pa­sa­mos a la inno­va­ción y ficha­mos al empren­di­miento, pero aque­llo fue un bluf, ni mar­caba, ni cen­traba aun­que tam­poco podía hacer mucho más por­que por no haber, no había ni para un triste balón de plástico.¿Y ahora qué?Ahí esta­mos, poco a poco, “ya sabes peleando” le dice uno a otro. Vamos recu­pe­rando la espe­ranza aun­que con­ti­nua­mos el duelo y toda­vía nos dan cuchi­lla­das a trai­ción cada vez que apa­rece un bár­ce­nas o un blesa. Los ciclos son lar­gos pero la humi­lla­ción lo es aún más.Exis­ten héroes, per­so­nas y orga­ni­za­cio­nes que desde el pri­mer momento cre­ye­ron y quien cree, crea. Inno­va­ron frente a viento y marea, incluso sin acu­dir a con­curso público, sub­ven­ción, fondo euro­peo o jamai­cano. Inno­va­ron por­que tenían la cer­teza de que era el mejor camino hacia el futuro. Curio­sa­mente, en su gran mayo­ría han sobre­vi­vido frente a otros que ponían una wifi en sus loca­les y anun­cia­ban orgu­llo­sos su inno­va­dora revo­lu­ción. Con­ti­núan inno­vando, incre­men­tal o radi­cal­mente, sen­ta­dos o en cucli­llas, no desis­ten por­que ya es parte de su ADN y por­que no entien­den el futuro de su empresa de otra forma. Como diría el otro: ¡ole sus huevos!Recuerdo una tarde de otoño tomando un café en la taberna de un pequeño pue­blo del Goie­rri. Frente a mi se sen­taba uno de los gran­des gurús de la eco­no­mía vasca que había ter­mi­nado sus días al ser­vi­cio de la gran fiesta de la inno­va­ción gas­tando cuar­tos a dies­tro y sinies­tro. ¿Por qué hemos fra­ca­sado?, pre­guntó.  Por­que no habéis tenido en cuenta la regla básica de la Inno­va­ción. ¿Qué es?, vol­vió a pre­gun­tar extra­ñado. Crear valor le con­testé. Voso­tros sólo habéis gene­rado expec­ta­ción, rematé.Es posi­ble que regrese la Inno­va­ción, pero estoy seguro de que lo hará bajo otro nom­bre y con­di­ción. Pero no debe­mos preo­cu­par­nos por­que aque­llo que Schum­pe­ter bau­tizó, no era sino un remake de algo tan anti­guo como la curio­si­dad y la nece­si­dad del hom­bre por progresar.Por si no lo sabían, la pala­bra Inno­va­ción tuvo con­no­ta­cio­nes nega­ti­vas. En el siglo XVII el voca­blo equi­va­lía en Ingla­te­rra a peli­gro, situa­ción com­pro­me­tida y ame­na­zante. En el fondo lo es por­que la Inno­va­ción nos pone en la dis­yun­tiva de con­ti­nuar como esta­mos o bus­car nue­vos horizontes.No lo duden, regresará.

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