La mayoría de los minimalistas padece este síndrome en mayor o menor medida. En su forma más leve es la clave para llevar una vida simple, del otro extremo puede inducir al consumismo extremo haciéndote entrar en un círculo vicioso de tirar para comprar. ¿Cómo sabes dónde está el límite?
¿Qué tienes en el cajón de tu mesa?
Como organizadora personal tengo el hábito de revisar mis pertenencias con cierta regularidad. ¿No lo he utilizado en 6 meses? ¿No es lo suficiente bonito (o tierno) como para tenerlo siempre en un lugar visible ? Entonces ya no tiene cabida dentro de mi casa. Además, como minimalista tengo algunas pautas para evitar que se acumulen demasiadas cosas: la lista de los 30 días ayuda a la hora de las compras impulsivas y la regla del “entra uno – sale uno” me ayuda a asegurarme de que las compras que hago aportan algo a mi vida. Sin embargo, tener pocas cosas no necesariamente significa comprar pocas cosas. El hecho de que lo nuevo enganche, es algo que también les afecta a los minimalistas.
Entra uno – sale uno: ¿la máscara perfecta para los fashionistas?
Una vez que te hayas despedido de todas aquellas cosas que hacían tu vida más complicada de lo necesario, puede que te quedes con las ganas del subidón de liberar espacio. Constantemente buscas algo a tu alrededor que se pueda regalar, vender o tirar. Lo que empieza como un ejercicio sano, se convierte en una obsesión. La regla del “entra uno – sale uno” de pronto se ha convertido en sale uno para que pueda comprar algo nuevo.
O quizás estás siempre en busca de lo nuevo justamente para poder sustituir algo que ya tienes. Nunca tienes más que un móvil, y lo cambias cada mes. Siempre tienes el mismo número de prendas, y sorprendes a tus amigas con un nuevo conjunto a cada semana. Cuando empiezas a sustituir tus pertenencias por el placer de comprar algo nuevo es hora de revisar tus hábitos para encontrar el motivo de esta conducta.
Frecuencia vs. valor de las compras
Para detectar la cacharrofobia lo importante no es la cantidad de dinero que te gastes cada vez. Puedes ser compradora compulsiva sin jamás salirte de tu propio presupuesto. Lo importante es la frecuencia tanto a la hora de comprar como de tirar. ¿Organizas un intercambio de ropa a cada dos meses, aportando la mayoría de la ropa? ¿En el punto verde te reconocen como “cliente regular” por dejar algún artilugio cada 2 semanas? Puede que tu casa sea de lo más minimalista, si cambias de muebles cada mes, tu guía no es lo que te gusta, sino lo que te venden.
Valores, gustos y autoconocimiento
Quizás estás probando muchas cosas porque simplemente no sabes lo que te gusta. Te aburres muy rápido de lo que tienes y por lo tanto lo más fácil es buscar algo que te satisfaga más. O eso te quiere hacer creer la publicidad: el próximo artilugio , la próxima prenda, el próximo coche finalmente te harán feliz. En serio! ¿O no?
Tal vez sea hora de hacer una mini desintoxicación. No compres nada durante un mes, dos meses o lo que haga falta. Cambia de lugar las cosas en tu casa , busca nuevas combinaciones con las prendas que tienes, aprende a utilizar aquel artilugio que compraste hace poco. Es la única manera para descubrir si realmente te gusta algo.
Vivir una vida minimalista no significa que tengas que tirar algo a la hora de comprar algo nuevo. Significa que compras y tiras con criterios basados en tus valores. Descubrirlas será tu reto verdadero.