Revista 100% Verde

Singer, la tauromaquia y los huevos

Por Raguadog @raguadog

Una de las tendencias de Twitter en España el 27 de agosto de 2016 ha sido #TuiteaComoUnTaurino. Los participantes han usado ese hashtag para ironizar con los argumentos, a menudo falaces, que frecuentemente esgrimen los partidarios de la tauromaquia. Uno de ellos puede formularse, entre múltiples corolarios: «Si no eres vegano, no te puedes quejar».

Espero que seas vegano #TuiteaComoUnTaurino

— Waldorf (@PaulaGonzGH15) August 27, 2016

Si eres anti taurino supongo que serás también vegano y vivirás en una cueva comiendo bayas hue hue hue #TuiteaComoUnTaurino

— Javi A. (@jayba101) August 27, 2016

No os gusta las corridas de toros pero bien que queréis comer carne. #TuiteaComoUnTaurino

— JoBadajoz (@JoBadajoz) August 27, 2016

Si no eres vegano, no puedes estar en contra de la tauromaquia. #TuiteaComoUnTaurino pic.twitter.com/qkykNyGz7c

— Aitana. (@AitanaFernandz) August 27, 2016

La ironía parece cumplir el fin de reducción al absurdo, pero no hay tal reducción. El argumento efectivamente puede encontrarse en serio y en sentido literal, pero minoritariamente en boca de taurinos.

Suelen ser los propios animalistas veganos quienes aducen las malas condiciones de la ganadería industrial para criticar a los abolicionistas:

@Loola_cb En ambos casos se produce sufrimiento por una cuestión placentera. Comer carne es igual de innecesario que la tauromaquia.

— Josema (@JosemaV497) August 27, 2016

Decid lo que queráis, pero comer carne y manifestarse en contra de la tauromaquia es especismo

— terribilità (@BrownRebellion) August 27, 2016

Efectivamente, lo es, al menos si esa carne procede de actividades a nivel industrial. Yo soy especista, de hecho, atendiendo a la definición del psicólogo Richard D. Ryder: Discriminación moral basada en la diferencia de especie animal. Mas no lo soy en el sentido de excluir totalmente a las bestias (sin sentido peyorativo) de la esfera moral, sino en el de tener una consideración moral para con ellos distinta por el hecho, sí, de no ser humanos. Y no únicamente por la diferencia de intereses, que es lo que defienden los antiespecistas (no debemos seguir las mismas normas con un mamífero que con un reptil, pues tienen intereses distintos).

Pues bien: dentro de la doctrina contraria al especismo, el intelectual más destacado es probablemente Peter Singer, autor de todo un referente de la filosofía animalista: Animal Liberation (1975). Este pasaje puede resultar particularmente incómodo:

It is easy to take a stand about a remote issue, but speciesists, like racists, reveal their true nature when the issue comes nearer home. To protest about bullfighting in Spain, the eating of dogs in South Korea, or the slaughter of baby seals in Canada, while continuing to eat eggs from hens who have spent their lives crammed into cages, or veal from calves who have been deprived of their mothers, their proper diet, or the freedom to lie down with their legs extended, is like denouncing apartheid in South Africa while asking your neighbors not to sell their houses to blacks.

La oración compuesta es descomunal, pero intento mi propia traducción:

Es fácil tomar partido en un asunto lejano, pero los especistas, al igual que los racistas, revelan su verdadera naturaleza cuando tienen el asunto más cerca de casa. Protestar por las corridas de toros en España, la ingesta de perros en Corea del Sur o la matanza de crías de foca en Canadá, sin dejar de comer huevos de gallinas que han pasado sus vidas recluidas en jaulas, o carne de terneras que han sido privadas de sus madres, de su dieta adecuada o de la libertad de acostarse con sus piernas extendidas… es como denunciar el apartheid en Sudáfrica mientras pides a tus vecinos que no vendan sus casas a los negros.

peter_singer_mit_veritas

Que esto resulta incómodo puede comprobarse con otra sencilla búsqueda en Twitter:

Apoyar la tauromaquia y comer carne le parece la misma cosa. Este chaval tiene cero luces.

— Lucía (@LulupitaGH) August 23, 2016

A ver, a los que mezcláis hablar de tauromaquia con el tema comer carne por mi parte os podéis ahorrar los comentarios. No os tomo en serio.

— Cansaliebres (@Cansaliebres_) August 17, 2016

Pero la postura de «o vegano o hipócrita» no viene únicamente por parte de los taurinos, ni por parte de cuatro veganos extremistas. Sería más fácil lidiar (perdónese el término) con esas opiniones si únicamente las emitieran los taurinos y cuatro exaltados en las redes sociales, pero no es el caso. Viene de toda una línea filosófica (veganismo ético, antiespecismo) y, como mínimo, hay que ponerla sobre la mesa del debate.

En efecto, si hay una ética para los animales, la ganadería familiar y la caza, incluso la sostenible, quedan en tela de juicio. Quedan en lo cuestionable y lo discutible. Con la ganadería intensiva, no obstante, la sentencia es clara. Muy clara. Y está igualmente claro que, si no necesitamos derivados de origen animal para sobrevivir, mucho menos necesitamos de la ganadería intensiva.

Otra opción es prever y evitar cualquier posibilidad de que te tachen de hipócrita, reconocer que eres especista y decir claramente que los animales no son sujetos de derechos. Que la ética es en sí antropocéntrica y que, siendo la ley moral como tal algo de origen humano, una ética no antropocéntrica es una paradoja. Los animales no tienen derechos, pero los humanos deben adquirir ciertas obligaciones para con ellos. Una de estas obligaciones, la principal de hecho, es la de no causar daño injustificado. El decidir qué es justificado y qué no lo es nos corresponde, sin temor a caer en contradicciones porque ya hemos reconocido que discriminamos por motivos de especie, a nosotros.

Independientemente de todo esto, la tauromaquia tiene un aspecto simbólico muy poderoso. No se trata únicamente del sufrimiento del animal; si eso fuera así, las acusaciones de hipocresía serían correctas. Mientras persista, representará la idea de que el ser humano puede utilizar la violencia con/contra las demás especies con un fin lúdico o artístico. Los aplausos, los vítores, los pañuelos, la música, la retransmisión en televisión y los rituales: eso distingue a la corrida de toros, así como cualquier otro espectáculo en el que el hombre quiere reafirmar su superioridad sobre la bestia, de la ganadería intensiva.

Oh, sí, la tauromaquia es un espectáculo y eso es lo que la distingue de otras formas de sufrimiento y maltrato a las que sometemos a los animales. Por ello es algo perverso. Es pretender hacer arte (si lo consigue o no queda a juicio del lector) de la violencia contra seres vivos que excluimos completamente de nuestra esfera moral.

Nadie dijo que el arte, al menos la pretensión del mismo, fuera algo necesariamente bueno. O… sí, estoy seguro de que lo dijo alguien. Y estaba equivocado.


Singer, la tauromaquia y los huevos

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