Revista Tecnología

Singularity. Análisis

Publicado el 23 junio 2011 por Portalgameover

Singularity es la última creación de Raven Software, compañía con un prolífico currículum en PC y últimamente de actualidad por desarrollar títulos de calidad aceptable tales como Marvel: Ultimate Alliance, Wolfenstein o X-Men Origins: Wolverine. El caso del juego que nos ocupa sigue la misma línea. Singularity es un buen título que lo hace casi todo bien, pero que carece de dos cosas, dos factores cuya ausencia hicieron que  pasara bastante desapercibido en el momento de su lanzamiento; una personalidad propia bien definida, y una fastuosa campaña de marketing de esas que hacen que títulos mucho peores que éste se inflen a vender. Y es una pena porque Singularity, sin ser una obra maestra, sin ofrecer un despliegue desorbitado de ideas nuevas1 es una apuesta muy sólida, un juego muy equilibrado y divertido que difícilmente decepcionará a los amantes de los FPS.

Singularity/ Raven Software /PC-PS3-Xbox360

Singularity/ Raven Software /PC-PS3-Xbox360

La primera referencia que inevitablemente nos viene a la cabeza es Bioshock. De hecho quizá sea necesario citarlo para empezar a entender la propuesta de Singularity, pues bebe bastante de la obra de “Melofo” Levine a nivel narrativo, y toma descaradamente algunos elementos en el plano jugable. El parecido es especialmente razonable en los primeros compases de la aventura, aunque poco a poco iremos comprobando cómo el juego de Raven adquiere personalidad propia, cómo comienza a dar algunas muestras de carácter hasta que finalmente consigue desmarcarse – más o menos – de sus referentes para ofrecer una experiencia bastante satisfactoria por sí misma.

Viva la madre patria Rusia

En los años 50 Rusia llevó a cabo una serie de investigaciones secretas en la pequeña isla conocida como Katorga-12, como parte de su programa de desarrollo armamentístico para contrarrestar la amenaza de los Estados Unidos y su bomba atómica. En dicha isla encontraron un elemento nuevo, el E-99, cuyo tratamiento dio lugar a un fenómeno al que llamaron singularidad, que permitía alterar las leyes temporales. La manipulación de dicho elemento provocó un terrible incidente y la isla fue devastada. Rusia decidió silenciar el caso, abandonaron la isla y omitieron cualquier mención al respecto.

Singularity. Análisis.

Años más tarde la pérdida de un satélite americano sobre la zona de Katorga-12 puso a los EEUU sobre aviso y decidieron mandar un equipo de reconocimiento a investigar el suceso. Nate Rekno, uno de los integrantes de dicho equipo, será nuestro alter ego en la aventura. Ya metidos en faena y una vez asumimos el control de Rekno, un fenómeno electromagnético provoca el accidente del helicóptero en que viajamos momentos antes del aterrizaje, dispersando a los miembros del equipo por la geografía de la isla. Prácticamente sin tiempo a reaccionar, en una primera toma de contacto con las abandonadas instalaciones de Katorga-12 viajaremos atrás en el tiempo, concretamente al año 55, y nos veremos obligados a intervenir en cierto suceso, provocando con nuestra intervención un cambio radical en la historia.

A partir de ahí, revelar más detalles de la trama rozaría peligrosamente el destripe descarado y prefiero no estropearle la experiencia a nadie. La trama, dentro del campo de la ciencia ficción que toca, no es muy arriesgada ni sorprendente, de hecho es un poco previsible (según el grado de retardismo, esa previsibilidad puede variar) pero está bien trenzada y nos dejará un regusto agradable al finalizar la aventura, que además consta de tres finales totalmente diferentes según elijamos hacer una cosa u otra prácticamente en el último checkpoint.

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El ritmo narrativo por su parte es un tanto irregular, y es que tras un arranque realmente prometedor el interés por la trama se va diluyendo un poco, aunque se compensa con la variedad que el apartado jugable va aportando al desarrollo. Ya en la segunda mitad del juego, especialmente en el arranque de la recta final, Singularity vuelve a recobrar intensidad y es capaz de ofrecer momentos muy interesantes.

Dando forma a la singularidad

A la hora de progresar en la aventura además de disparar a los enemigos con una moderada variedad de armas de fuego como en cualquier shooter, dispondremos de nuestro inseparable DMT, elemento clave en el desarrollo de la acción. El DMT es un dispositivo que llevaremos acoplado en la mano izquierda y con el que podremos usar la singularidad sobre ciertos objetos del entorno, alterando su dimensión temporal. O lo que es lo mismo, podremos rejuvenecer objetos viejos y estropeados, o envejecerlos. Esto lo usaremos a lo largo de todo el juego para resolver sencillos puzzles, desbloquear rutas inaccesibles o reparar todo tipo de mecanismos.

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A pesar de las posibilidades que esto parece tener sobre el papel, en la práctica vemos que el juego no nos ofrece demasiada libertad a la hora de jugar con el entorno, y que tampoco hay dificultad alguna en la resolución de estos retos porque el desarrollo está bastante guiado en todo momento. De hecho molesta un poco que el propio juego se castre a sí mismo, ya que aunque hay cierto margen para la exploración – la cual normalmente nos premia con munición extra, energía para el DMT y mejoras – vemos como incomprensiblemente se nos van cerrando solas algunas puertas tras pasar por ellas y no podemos volver atrás, impidiendo que exploremos ese otro camino que recordamos haber dejado pendiente.

En cualquier caso, si interesantes son las aplicaciones de la singularidad en objetos inanimados, como ya habréis imaginado gran parte de la chicha del juego están en usar estas alteraciones temporales sobre enemigos humanos… y sobre otros que no lo son tanto. Nuestro DMT tendrá diferentes funcionalidades que nos permitirán hacer cosas tan gratificantes como envejecer a enemigos hasta reducirlos a cenizas, ralentizar su velocidad,  detenerlos en el tiempo, destrozarlos con una onda expansiva, o convertirlos en criaturas. Todo esto se puede aplicar de maneras imaginativas, haciendo uso del entorno o de los propios enemigos para tomar ventaja. Por ejemplo, si vemos un grupo numeroso de soldados quizá sea más inteligente convertir a uno de ellos en monstruo para que se ataquen entre sí.

Katorga-12, luces y sombras.

Haciendo uso del Unreal Engine 3, gráficamente no estamos ante ningún portento ni falta que le hace. A excepción de algunos problemas muy puntuales con las texturas – algunas tardan más de la cuenta en cargar y alguna que otra directamente ni aparece – el juego es bastante vistoso. No entiendo demasiado de temas técnicos, realmente no me interesan, solo se que, a excepción de la citada fuga de texturas, la acción transcurre en todo momento sin resentirse y con algún que otro juego de luces interesante. Sin alardes pero con eficiencia.

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En cuanto a la ambientación, he de confesar que me ha encantado el trabajo realizado en dicho apartado. Aparte del buen nivel de detalle que presentan los escenarios, visualmente el juego es muy colorido, algo que podría chocar teniendo en cuenta que nos encontramos en un entorno post apocalíptico, totalmente devastado y lleno de cadáveres, pero en este caso los muchachos de Raven han preferido dejar de lado el estilo realista para perseguir cierto aire comiquero, o cartoon, o como queráis llamarlo. Algo que le sienta como un guante a un juego de este tipo, que no pretende provocar infartos con sus cualidades técnicas, sino simplemente resultar visualmente agradable. A nivel sonoro, lo mejor que le puede pasar a un título que no destaque en este apartado es que tampoco moleste. Tal es el caso que nos ocupa, el apartado sonoro del juego actúa como un correcto acompañamiento, sin asumir el protagonismo en ningún momento. Hay que señalar, eso si, un doblaje al español bastante decente en comparación con las aberraciones que suelen oírse en el medio.

En cuanto al multijugador, que lo tiene, es el típico modo online circunstancial, ese que las desarrolladoras meten con calzador y por cumplir. En cualquier caso no deja de ser una opción a tener en cuenta si estamos muy aburridos. Tenemos el típico duelo por equipos de toda la vida, y luego encontramos el modo Exterminio, algo así como una mezcla chusquera entre Bad Company y los enfrentamientos de L4D. En este modo de juego el equipo de los soldados deberá ir activando una serie de baluartes con los que se abrirán nuevos segmentos del escenario, y el equipo contrario, las criaturas, deberá impedírselo con sus pringosos ataques especiales.

Singularity. Análisis.

Concluyendo, Raven vuelve a demostrar que es un estudio muy cumplidor. Singularity no pasará a la historia del género debido a su falta de pretensiones, y sin embargo esa misma falta de pretensiones es lo que hace que nos sintamos realmente cómodos con él. Es una propuesta sencilla, accesible y honesta.

Seguramente os esteis preguntando qué tiene de recomendable un título que no destaca especialmente en ninguno de sus apartados. Muy fácil, Singularity triunfa allí donde fracasan tantos otros; es capaz de ofrecer altas dosis de diversión y entretenimiento sin exigirte prácticamente nada. Puro y simple entretenimiento, sin complicaciones, sin pretensiones, ni aires de grandeza. Es extremadamente fácil perder la noción del tiempo con él, y una vez metido en la bandeja de entrada de vuestra consola o PC se os pasarán las horas volando. Esto, creedme, es algo realmente bueno en estos tiempos que corren.

Puntuación: Recomendable


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