Todos en sus puestos porque después de tanta convulsión, paradójicamente, como por arte de magia, todo vuelve al sitio que ocupaba hace sólo un mes. A la prima de riesgo, que vino hace unos meses a visitar a la familia de países con alto déficit, parece que le ha sentado bien el clima mediterráneo y le gusta nuestra comida, así que aquí se piensa quedar alta, aunque desde aquí cambiemos las reglas para propiciar su partida.
Si todo el mundo hace como esta prima, que visita a la familia y se instala en sus casas, pocos pisos se continuarán vendiendo. Las hipotecas están bajo mínimos: no hay cash y las entidades financieras no quieren ni oír hablar de abrir el grifo. Sed. Coches tampoco se venden muchos (¿para ir adónde?). Los amantes de la velocidad ya no saben dónde está el límite y optan por ir a 80 km./hora, por un consumo y una conducción responsables. Aquí la comunicación ha sido excelente. Aunque algunos estén ya en punto muerto. Pero ni por esas. El otro día, un amigo dejó su coche en punto muerto en un pequeño pueblo de Huesca. No fue necesario más y el vehículo se precipitó por su propio peso. Ahora, del mismo modo que la economía, está en siniestro total y la aseguradora hace que no va con ella y ya se ha puesto a mirar al Reichstag.
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