Revista Salud y Bienestar

Sistema inmunitario: mucho más que "las defensas"

Por Fcv
Una enferma autoinmune recibe corticoides para controlar sus procesos. Dado que estos fármacos reducen el recuento de leucocitos o glóbulos blancos, se le recomienda "subir las defensas". Ella, sorprendida, replica que no, que hay que bajarlas para controlar los brotes autoinmunes. Esta enferma pensaba que las "defensas" son sólo los glóbulos blancos y los anticuerpos. Si estás en el mismo error, sigue leyendo.
El sistema inmunitario es una amplia red de estructuras y funciones que se encargan de mantener nuestra salud y que no nos invadan los agentes patógenos. Las "defensas" son un término poco preciso. Veamos qué elementos hay en el sistema inmunitario:
→ El manto ácido. La capa más externa de nuestro ser físico, antes incluso que la piel propiamente dicha, es una fina capa grasa que secretamos de manera natural. Mantiene ácido el pH de nuestra superficie, lo que evita la proliferación de bacterias sobre nosotros. Este manto es bastante barato en cuanto al consumo nutricional que requiere para mantenerlo activo. Se renueva constantemente sin que nos demos cuenta y no hay que hacer grandes esfuerzos para mejorar su calidad o cantidad; lo importante es no eliminarlo. ¿Y cómo se elimina? Con el exceso de lavado y sobre todo con jabones agresivos. Un jabón respetuoso debe tener un pH neutro (5,5 para la piel) y no tener ingredientes tóxicos en su composición... de lo que se podría hablar largo y tendido.
Como sea, el cometido de un jabón es eliminar la grasa. Si la única grasa que hay sobre nosotros es la nuestra, fisiológica, no hay necesidad real de usar ningún jabón. El agua por sí sola ya elimina el exceso que pueda existir. Otra cosa es que estemos sucios o cubiertos de grasa de motor.
Si queremos hacer paralelismos con la medicina china, este manto sería una expresión del Wei Qi o Qi Defensivo, que depende en buena medida del Pulmón.
→ La piel. ¿Hay defensa más evidente que una muralla? La piel mantiene dentro de nosotros lo que debe permanecer dentro, y fuera lo que no debe penetrar. A menos, claro, que esté rota. Un fallo en la integridad de la piel, como una herida, es una grieta por la que se nos van la sangre y los líquidos vitales y por la que entran los patógenos.
Para tener la piel en buen estado debemos nutrirnos adecuadamente, tomar el sol de manera saludable (sin exceso) y mantenerla hidratada. La piel se mantiene hidratada bebiendo, no a base de cremas. Crece y se regenera de dentro hacia afuera, los nutrientes le llegan desde adentro. El aporte exterior es mucho menos significativo que el interior. La gran necesidad de hidratación externa que tenemos ahora se debe precisamente a que eliminamos con jabón el manto ácido. Primero retiramos nuestra grasa natural, la piel se queja y le ponemos una grasa artificial. Un comportamiento extraño.
Si tenemos heridas, quemaduras, úlceras o similares, deben limpiarse y protegerse convenientemente. Además de los traumatismos, el otro gran enemigo de la piel son las emociones. Prácticamente todas las alteraciones dermatológicas tienen un importante componente emocional. Si quieres tener buena piel, despeja tu cabeza.
En medicina china, la piel depende del Pulmón. En Internet hay interesantes fotos comparativas de gemelos, uno fumador y el otro no fumador. Hablan por sí solas. ¿Quieres una buena piel? No fumes.
→ El colon. El intestino grueso es una gran fuente de inmunidad y una gran fuente de enfermedades. En este tubo viven una multitud de microorganismos o flora bacteriana cuyo efecto sobre la salud y la inmunidad es vital... si las cosas son como deben. Una dieta rica en harinas, carnes rojas y lácteos trastorna esta flora bacteriana y el colon se convierte en un foco de pestilencia. Un asombroso porcentaje de los problemas de salud actuales en el primer mundo se deben a autoinfecciones que comienzan en el intestino grueso. Las harinas blancas o no refinadas son pegajosas y retienen el excremento en el colon más tiempo del necesario. Nuestro organismo no puede fermentar los derivados de la carne roja o procesarlos como otros alimentos: el mecanismo que obra en ellos en el colon es la simple putrefacción.
Un adulto medio estadounidense lleva en su vientre unos dos kilos de carne en estado de putrefacción. Combinado con las harinas, la falta de fibra y un peristaltismo pobre, esta innoble materia puede acompañarnos durante varios días. Y lo hará de manera continua, mientras sigamos comiendo mal.
Mantener el colon en buen estado es, pues, doblemente fundamental. No sólo no nos autoinfectaremos sino que tendremos "las defensas" positivamente altas. Una dieta equilibrada y la toma periódica de alimentos probióticos (kéfir, chucrut, yogur de verdad...) es más que suficiente para este órgano que, en medicina china, es la pareja del Pulmón.
→ La sangre. En el sentido tanto de nutrición (oxígeno, micronutrientes, imprescindibles para que todos los órganos y tejidos estén fuertes y activos, más resistentes a la enfermedad) como de defensa (glóbulos blancos y plaquetas para frenar el avance de la enfermedad una vez que esta se presenta). Volvemos a la necesidad de una dieta equilibrada, suficientes líquidos y una salud emocional aceptable. Cuando algo nos hace mala sangre o nos quema la sangre... eso es exactamente lo que ocurre. En medicina china interviene fundamentalmente la Tierra (Bazo-Páncreas y Estómago), con importantes apuntes desde el Riñón, el Hígado y el Corazón.
→ El equilibrio emocional. El cuerpo no estará sano si la mente no lo está. El negativismo, los sentimientos oscuros y las actitudes pesimistas causan una vulnerabilidad inmediata en el sistema inmune. Los órganos más implicados desde la óptica china son el Pulmón y el Corazón.

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