19/10/2013 The Sacrament ha sido la película de clausura del 46 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya. Un filme dirigido por Ti West (House of the devil, Cabin Fever 2) y con producción de Eli Roth sobre tres reporteros que viajan a una comuna fuera de Estados Unidos para visitar a la hermana de uno de ellos y, de paso, hacer un reportaje sobre ese pseudo-colectivo religioso. Una vez allí se ven cautivados por el líder de la secta en una atmósfera enrarecida que atrae y perturba al mismo tiempo. Inspirada en el suicidio colectivo de Guyana, el director trata de mostrar la manipulación a la que se puede someter a la gente. Lejos del cine de terror, es más una película que busca mostrar cierto tipo de fanatismos, usando la técnica (tan manida últimamente) del metraje encontrado (found footage).
Pero para película de terror, la siguiente que vimos ese sábado festivalero, Lesson of the evil, lo más nuevo de Takashi Miike (Audition, Ichi The Killer). En este filme se cuenta la historia de Hasumi, un profesor de inglés que parece desvivirse por sus alumnos, hasta que vamos descubriendo su lado oscuro y termina convirtiendo el fin de curso del instituto en su Battle Royale particular. Una película sobre la maldad que baila a ritmo del Die Moritat von Mackie Messer (una canción de 1928 con letra de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill), con una estética oscura y colorista al mismo tiempo. La película no decepciona porque da lo que se busca; sangre y vísceras.
Por último, la que os escribe fue a ver The Congress, que se llevó el premio José Luis Guarner de la crítica. Dirigida por el israelí Ari Folman (Vals con Bashir) con una libre interpretación del libro de Stanislaw Lern (Solaris) sobre una distopía futurista. En la película la protagonista es la actriz Robin Wright, interpretándose a sí misma, quien firma un contrato por el cual los estudios de cine harán una copia digital de ella y la podrán utilizar como les plazca. La actriz vuelve años después a la vida social con un congreso a la que es invitada en un mundo que ha cambiado completamente, ya convertida la película en un filme de animación y con un punto muchísimo más surrealista. Una producción entre Israel, Alemania, Polónia, Luxemburgo, Francia y Bélgica, en la que la protagonista Robin Wright interviene también como productora. En pantalla la acompañan un Harvey Keitel que protagoniza la escena más emocionante de este filme de ciencia ficción que parece adelantar muchos usos a los que puede llegar la sociedad (cómo cambiará la industria cinematogràfica, hacia dónde se avecina la sociedad, etc) y que en su parte animada se torna mucho más críptica aunque igualmente sugerente y estimulante como propuesta cinematográfica. Muy merecido y aplaudido premio de la crítica en Sitges.