Los elementos que configuran la puesta en escena inicial de The invitation son lo suficientemente intrigantes como para atraer al espectador desde el principio. Parte de una cena celebrada en una mansión en la que se reúnen varios amigos después de dos años. El recuerdo de la muerte de un hijo que tuvieron dos componentes del grupo es el que forzó a que todos se separaran. La entrada de nuevos personajes ajenos hace que esta cena sea totalmente fría y misteriosa. Estos personajes forman parte de una secta que dictamina que la única forma de superar los problemas es olvidándose de ellos.
The invitation avanza lentamente trasladando pensamientos paranoicos a un espectador que poco a poco va dándose cuenta de que algo va explotar entre los personajes. Este momento tan esperado se arrastra en exceso durante toda la película y pese a ser impactante es totalmente previsible. The invitation depende demasiado de un final en el que explosiona el conflicto de forma muy agresiva. Pero la tensión generada desde el primer minuto de metraje está bien distribuida para que el espectador desee con más ganas este final. Este queda algo diluido a causa de una gran cantidad de personajes sin ningún tipo de desarrollo psicológico, empleados básicamente como objetos y estrategias de guion. Aun así la película concluye de forma correcta y cumple las expectativas depositadas en el espectador.