Revista Cine
It’s payback time!Muy apreciable y también bastante olvidado thriller de venganza, totalmente a reivindicar, protagonizado por Brad Pitt, Jason Patric (uno de los actores más sosos de la historia y cuya fama fue igual de efímera), Robert de Niro, Dustin Hoffman y Kevin Bacon, ayudados por un buen abanico de secundarios, entre los que destacan el veterano Vittorio Gassman y Minnie Driver (otra como Patric). Una oscura historia que abarca varias décadas, basada en un best-sellersupuestamente real (a pesar de, como se afirma justo antes de los créditos finales, no lo es) y que cuenta la dura infancia y temprana adolescencia de cuatro amigos en la Cocina del Infierno, un barrio de Nueva York de los años 60 dominado por la delincuencia y el crimen y que, tras una trastada, serán enviados a un reformatorio donde sufrirán toda clase de abusos por parte de los trabajadores para, años después, brindarlas la vida la oportunidad de vengarse de ellos.
Estructurada en tres partes o actos bien diferenciados: infancia en las calles, adolescencia en el reformatorio y posterior venganza (en una elaborada trama judicial) durante una temprana adultez, viene realizada por Barry Levinson, un artesano del cine americano capaz de realizar interesantes películas como ésta, la muy inteligente La cortina de humo (Wag the dog, 1997) o su reciente y excelente incursión en el terror bajo la modalidad (y a la vez moda) del found footage que es The bay (2011). Aunque también ha hecho muchas chorradas (el thriller erótico Acoso o el de ciencia-ficción Esfera, por ejemplo). Vamos, lo que viene siendo eso, un mandado de Hollywood.
Trata un tema de la condición humana tan precisamente eso, humano, muchas veces visto en el cine (y en particular, el norteamericano), como es la venganza, apoyándose, en la religión, hecho que le granjeó no pocos detractores (además de la discusión sobre si lo que se narra es real o no) y que es el elaboradísimo hilo conductor de buena parte de sus casi dos horas y media de duración. Uno logra ponerse en la piel de los protagonistas pese a lo inmoral de ciertos actos y consecuencias que dichos actos acarrean.
Sleepers puede resultar problemática porque es, digamos, demasiado “aseada” para lo que plantea, y ahí incluyo también la polémica de si es real o no, tanto los hechos acaecidos en el reformatorio como el posterior, manipulador y vengativo juicio, sobre todo en términos morales/ legales, es decir, se nota demasiado que viene del Hollywood más comercial (aunque no por ello deje de ser buena, pues se ven retazos del mejor cine de Scorsese, De Palma o Lumet).
Respecto a su impacto dramático, su estelar reparto garantiza más de dos horas (sí , a pesar de eso) de brillante entretenimiento, mientras lo que provoca críticas es su complejidad moral. No creo que, quién haya visto el film, añada énfasis a la venganza en términos homofóbicos. Y he dicho críticas, no dudas. Personalmente creo que no hay dudas sobre cómo uno/a no debería sentirse al llegar al tercio final de la película. Por el contrario, el personaje de De Niro debe enfrentarse a un terrible dilema moral.
Nada en la película nos indica que el sacerdote (De Niro) sea de fiar y moralmente intachable. Cuando se le pide que haga lo que le piden que haga, el director resuelve el entuerto de manera efectiva: la cámara se acerca hasta un primer plano de De Niro pensando y pensando…y prácticamente la próxima vez que le vemos (hablando, me refiero) ya es en el juicio. No dice ni una palabra que justifique su decisión, posiblemente porque (y esto no va como crítica a la película: es puro entretenimiento) ni los responsables saben qué podría decir para justificarse sin exponer sin ver su doble moral expuesta.
El sacerdote debe saber y de hecho que sus chicos son asesinos. El asesinato está mal, la venganza también pero aún así el personaje actúa según los códigos del hampa, tan presente en el relato como la religión, quedando incluso estos valores de la cosa nostra por encima de los del sacerdote, valorando más los códigos de la mafia (esto es, el perjurio) que los valores tradicionales y morales de toda la vida y que nos han enseñado todos.
Esto es lo que se podría discutir sobre la película, si gusta más o gusta menos, porque, a nivel superficial (técnico, interpretativo) resulta un potente notable alto, con un aura trágico y unas interpretaciones brillantemente emotivas (evidentemente, todo su elenco masculino -excepto el narrador en off, o sea Jason Patric, que aparte de ser un guaperas, resulta, como ya se ha apuntado, totalmente desesperante como intérprete, además de quedar eclipsado por un buen intérprete como Brad Pitt- pues el femenino se limita a ser un simple florero), conformando todo ello un ente algo atípico dentro del cine norteamericano más convencional (una vez más, si atendemos a su contenido y no a su forma), algo más o menos comparable al Mystic river de Clint Eastwood, por lo que respecta a su desenlace
Así, Sleepers queda como un producto narrado con cierto refinamiento, competente y lustroso, que en términos estrictamente cinematográficos satisface realmente, aunque ensombrecido según para quién por su moralidad, ya que opera sobre la aceptación de que la violación (de menores de edad, y además, de niños, no de niñas) es un crimen que debería acarrear la pena de muerte y que si el estado no cumple con su deber, el ciudadano lo hará, y además dicho ciudadano no debería ser condenado, retratando a la mafia como una fuerza para hacer el bien (más o menos como en El padrino) en defensa de los “buenos chicos”.