Snapchat acaba de actualizar sus políticas que añaden un apartado cuanto menos curioso, y es que si bien garantizan que es el usuario quien mantiene la propiedad de cualquier contenido que decida compartir también se menciona que:
…[si aceptas usar el servicio] otorgas a Snapchat un uso mundial, perpetuo, libre de regalías, sublicenciable y una licencia transferible para hospedar, almacenar, usar, mostrar, reproducir, modificar, adaptar, editar, publicar, crear obras derivadas, ejecutar públicamente, transmitir, distribuir, sindicar, promover, exhibir y mostrar públicamente el contenido en cualquier forma, medio o método de distribución (ya conocido o desarrollado posteriormente).
Aunque para algunos pueda parecer poca cosa debido a su similitud con las políticas de otras redes sociales, es importante hacer notar que la aplicación se encuentra en una etapa en la que intenta descubrir su mejor modelo de monetización y esta puede ser una opción.
Además, el éxito de la red social se basa en una función, permitir que el mensaje enviado por un usuario sea borrado del teléfono del destinatario aunque en una ocasión ya se vio obligado a aceptar que las imágenes no se borran del dispositivo al que llegan y que incluso pueden recuperarse, a pesar de lo declarado en su sitio.
Sin añadir el penoso incidente conocido como The Snappening donde se filtraron 14GB de imágenes y vídeos pertenecientes a usuarios de la plataforma, la mayoría con edades de entre 13 y 17 años con los problemas que esto implicó.
Una máxima en internet que de a poco la gente está comenzando a entender: una vez que subes información o compartes contenido, muy probablemente permanezca ahí para siempre.
Después de todo, si no estás pagando por un producto entonces tú eres el producto, y alguien sacará provecho de eso.
Artículos relacionados:
Las fotografías que subes a Instagram pueden ser monetizadas por cualquier persona
Snapchat paga sueldos de hasta 500,000 USD a recién graduados de Stanford
Un vistazo a los unicornios y decacornios que ha creado la economía colaborativa