Así que mis lectores habituales estaréis pensando que estoy ahí petándolo seriamente en la estratosfera gastro-literata. Los nuevos, los que hayan llegado hoy aquí gracias a mi pequeña aparición en el periódico, creerán que soy una figura representativa del bloguerismo de recetas. Las dos suposiciones son falsas: ni lo estoy petando ni éste es un mero blog de recetas. ¿Pero y lo que va a fardar hoy mi madre de hija, eh? Eso sí vale la pena.
Hace poco estuve en reunión en la que me presentaron a muchas personas, entre ellas a varios periodistas gastronómicos. Con uno de ellos tuve una fugaz conversación tal que así:
- ¿Y tú por qué estas aquí? ¿A qué te dedicas?
- .... Ehm ... tengo un blog de cocina y ...
- Ah, que tienes un bloguito. Qué mona.No sé qué me sorprendió más, si el tono condescendiente con cierto desprecio incluido, o el término "bloguito". Sobre lo de "qué mona" mejor no hablo, que me enciendo.
Señor condescendiente. Portrait of a host, Peter Jakob Horemans, 1765
Que hay miles de blogs de cocina es cierto, que surgen como setas también es cierto, y que no todos son buenos se da por supuesto. Pero conozco muchos de nivel magnífico, cuyos autores escriben bastante mejor que la media de periodistas que firman diariamente por ahí. Quizás por eso los colegiados estén en pie de guerra y anden acechando el intrusismo profesional. O puede ser que a mí me tocara el que se había levantado con el pie izquierdo.
En todo caso, aunque éste sea un blog pequeño sus aspiraciones son grandes. Espero contar cosas que no se puedan leer en ningún otro sitio, hacer algo más que compartir recetas. Porque webs con fórmulas magistrales las hay a montones y con mejor contenido del que yo puedo ofrecer. Ni soy cocinera titulada, ni fotógrafa, ni periodista de carrera.
Con los medios que tengo a mi alcance (aunque no me puedan dar el carnet de investigadora, hecho verídico) intento escribir sobre platos, cocinas y guisanderos desconocidos. Porque me gustaría encontrar un sitio en el que leer sobre recetas medievales, gastronomía antigua, la aventura de la Parabere, las Azcaray o la pastelería de los Unamuno. Como no existe, me lo he tenido que inventar yo. En este bloguito y en todos los espacios que me ofrezcan seguiré juntando palabras para contar historias sobre el comer, como la de María Dolores Fernández Prados alias Juan Antonio Alvarado.
Mea culpa, señor periodistita.