Poner un nombre a un hijo/a no es tarea fácil. Hay veces que lo tenemos muy claro desde siempre, esto es lo que me ocurrió con mi hija, ya desde que yo era pequeña soñaba en cómo iba a llamarla. Pero esta vez, que espero un niño, no lo tenía nada claro. Ni su padre tampoco.
Como todo en la aventura de la maternidad/paternidad, poner un nombre es necesario hacerlo con conciencia.
La influencia de nuestro nombre
Nuestro nombre es muy importante, nos dan identidad, nos define, nos condiciona… Incluso aunque creamos que nos fue puesto arbitrariamente, nuestro nombre siempre nos reconecta con nuestra esencia, nos recuerda quiénes somos y qué vinimos a hacer aquí, pues guarda una gran conexión con nuestro destino.
Alejandro Jodorowsky, autor de la Psicomagia, afirma que nuestro nombre es el primer contrato con el que cargamos, limita nuestra libertad y condiciona nuestra vida.
Hay nombres que desde un punto de vista transgeneracional (o de psicogenealogía) no son adecuados, como los nombres de los progenitores o de otros familiares. Son los denominados nombres sistémicos.
Lo que teníamos muy claro es que no queríamos ponerle a nuestro hijo un nombre sistémico, es decir que proceda del sistema familiar, algo muy común antiguamente cuando era costumbre poner el nombre de las abuelas y abuelos (aunque esto es algo que en Mallorca a día de hoy todavía se hace a menudo).
La fuerza del nombre: las cualidades de los sonidos
Además, para mí era muy importante también tener en cuenta no solo su significado, sino las energías del nombre.
Cada sonido es una energía, y el nombre constituye una suma de energías que la persona debe integrar durante toda su vida.
Un libro que me ha aportado muchísimo para descubrir el potencial escondido de los sonidos de las letras (o de los fonemas) es el de Tamara Chubarovksky “La fuerza curativa de la voz y la palabra”. En él hace un recorrido desde las bases del Arte de la Palabra, por la voz, la respiración, la articulación y dedica una parte a explicar a las cualidades, dones y acciones curativas de las vocales y consonantes.
Esta ha sido para mí una información muy valiosa como maestra de audición y lenguaje, pero que también me ha ayudado a la hora de decidir el nombre de mi hijo.
Por ejemplo, algunos datos que puedes encontrar en el libro sobre cada letra:
La vocal /a/:
Es la que produce mayor espacio de resonancia, pues es la que surge de lo más profundo de nuestro ser. Es el sonido con el cual soltamos espontáneamente la voz, de ahí que se le denomine sonido ancestral.
Su gesto anímico es de apertura, de entrega y asombro hacia el mundo.
La /a/ hace vibrar sutilmente todo el cuerpo, pero ejerce su mayor influencia vibratoria en el pulmón y el corazón. Se vincula frecuentemente con el chakra 4 del corazón.
La consonante /m/:
Es un sonido oclusivo bilabial de cualidad blanda y suave que está impregando por las fuerzas del sentir.
Es un sonido que nos conecta, dándonos forma y estructura.
Se asocia al elemento tierra. Articular bien los sonidos oclusivos (la /b/, /p/, /d/, /n/…. también lo son) nos ayuda a conectar con la tierra de manera saludable, sintiendo que nos sostiene, aportándonos seguridad y energía.
En esta línea es muy interesante conocer el trabajo de la fuerza curativa de los sonidos del nombre que Tamara realiza como tratamiento efectivo de la voz y del lenguaje. Los sonidos de nuestro nombre pueden regular nuestras emociones, pues nos movilizan, nos despiertan y nos conectan con nuestra identidad. En el libro explica también la metodología para hacerlo. (Lo tenemos en el Atelier por si te interesa, mira aquí)
Cómo encontrar su nombre individual
Precisamente siendo conscientes de la importancia del nombre, deseaba encontrar su nombre individual, ese que A. Jodorowsky dice que todos tenemos incluso antes de ser concebidos.
Muchas veces ese nombre que el bebé trae de su ser más antiguo y eterno, llega a la madre como una intuición, como un sueño susurrado…
He conocido a mamás que han tenido experiencias reveladoras, a través de sueños, a través de imágenes que han visualizado mientras estaban embarazadas donde el nombre de su hijo les ha sido manifestado. En Mamamorfosis algunas mamás cuentan experiencias similares también.
Pero, ¿cómo estar preparada para escucharlo, para recibirlo?
La experiencia me dice que tiene mucho que ver con el nivel de conexión con una misma, de confiar en nuestra intuición, de la práctica meditativa…
En un principio, me agobiaba un poco el no tenerlo claro. Los nombres que de siempre me han gustado para varones (Eric, Héctor…) esta vez no me resonaban. Sí que sentía la vibración de la /s/ que me llegaba de algún lado, intuitivamente, pero ningún nombre con /s/ de los que conocía me gustaba.
Así que durante unos meses, cada vez que me alguien me preguntaba cómo iba a llamar a mi bebé, le respondía lo mismo “Se lo preguntaré a él cuando me sienta preparada”.
Descubriendo el nombre de mi hijo…
En mi caso, me han ayudado los ejercicios de meditación o visualización que realizo habitualmente conectando con mi guía interna (en el blog publicamos un ejemplo de meditación guiada con Isabel Fernández: Conecta con tu guía, vuelve a tu naturaleza).
A partir de ahí el nombre llegó en una tarde, como en un chispazo, hasta en un primer momento me pareció que no podía ser verdad. Era un nombre bastante desconocido para mí, de hecho no conozco a nadie que se llame así.
Cuando busqué su significado, la piel se me puso de gallina, tremendamente emocionada, un nombre procedente del hebreo que significa: “Aquel que ha sido pedido al Señor”. “Dios ha escuchado”, “El elegido”, “El deseado”.
¿Podía ser verdad? Quien me conoce sabe bien lo deseado que ha sido este bebé…
Después averigüé sobre las energías que integra, sobre la fuerza de la /s/, la combinación mágica /au/ que contiene intrínsecamente a todas las vocales, y se corresponde con el sonido del Sol, localizado en el corazón.
Lo consulté con F., con Sunflower, cuando lo escucharon se mostraron contentos, entusiasmados, les gustaba mucho.
Se lo pregunté de nuevo a mi bebé.
Y entonces ya no hubo duda…
Elegir su nombre ha sido para mí una experiencia muy bonita y profunda que recomiendo a todas las madres. Y en caso de indecisión, por si hay dos nombres que puedan aparecer, entonces haz algo que funciona y que me recomendó una gran amiga.
Escribe cada nombre en un papelito, y dóblalos. Después coge uno (sin saber cuál es), cierra los ojos, póntelo en el corazón y deja que te invada la emoción que te genera. Después haz lo mismo con el otro, y escoge la opción que te genere más bienestar, así te guiará tu ser esencial y no tu mente.
Esto por supuesto lo puedes aplicar a otras situaciones y decisiones de tu vida.
Y en todo caso, también dicen que todos hemos elegido de alguna manera nuestro nombre, y en palabras de Tamara Chubarovsky:
AguamarinaTodos los nombres son el mejor que pudiéramos haber recibido o que pudiéramos haber dado a nuestros hijos. Nuestro nombre siempre es correcto, siempre está bien, siempre nos ayuda, también ese nombre de la abuela que pusieron aparentemente al azar, no es azar, sino, resonancia.