“Todo lo que sabemos sobre cómo somos nosotros mismos sugiere que no somos muy buenos conociendo cómo hemos llegado a ser las personas que somos. De hecho muchas veces no sabemos qué tipo de personas somos. Normalmente atribuimos nuestros propios fallos a las circunstancias y los fallos de los demás, a su mal carácter. Pero no puede ser que todos seamos excepciones a la regla (suponiendo que sea una regla) de que todo aquel que hace algo malo es porque es malo." Un artículo en The New York Times “Does great literature make us better?”"Una vez, en plena mala racha, escribí con letras enormes en una doble página de un cuaderno que la inocencia se termina cuando a uno le roban la ilusión de que se cae bien a sí mismo." Así comienza el capítulo titulado "Sobre el amor propio" del libro de Joan Didion "Los que sueñan el sueño dorado". Estas dos reflexiones se han conectado en mi cabeza esta semana. ¿No sabemos cómo somos? O ¿no queremos saber cómo somos? O ¿sabemos cómo somos pero hacemos como que no? ¿Lo sabemos pero preferiríamos no saberlo?
Didion, en ese maravilloso capítulo que te golpea y deja sin aliento, escribe a mi juicio unas cuantas reflexiones bastante acertadas... pero incómodas, muy incómodas.
Toda mi vida había pensando en el "amor propio" como algo ligeramente negativo, una especie de orgullo personal injustificado que te hace ser susceptible y vulnerable a la vez. "Tiene mucho amor propio", me parecía una frase un tanto acusadora, un poco insultante, como si tener "amor propio" fuera algo malo. (Solo en el caso deportivo tenia una connotación positiva "menganito tiene mucho amor propio, lucha mucho")
Después de leer a Didion me he dado cuenta de que el amor propio no tiene nada de negativo, de hecho creo que es fundamental tener amor propio, pero para tenerlo, como explica Didion en el comienzo de su capítulo, hay que perder primero la ilusión de que te caes bien a ti mismo. Hay que perder esa ilusión primaria de que te caes bien a ti mismo porque sí, sólo porque eres tú, porque eres estupendo. Hay que aprender a caerte bien a ti mismo conociendo el tipo de persona que eres, conociendo quién eres. Y eso no es fácil y no todo el mundo lo consigue. Creo que hay gente que ni siquiera lo intenta, probablemente los que jamás pierden esa primera ilusión.
"Aunque verse obligado a contemplarse a uno mismo es, en el mejor de los casos, un asunto incómodo, casi tanto como intentar cruzar una frontera con documentación prestada, ahora me parece que es la única condición necesaria para sentar las bases de un verdadero amor propio. A pesar de la mayoría de nuestros lugares comunes, el autoengaño sigue siendo el engaño más difícil de vencer. Los trucos que funcionan con los demás no sirven de nada en ese callejón trasero bien iluminado donde uno tiene las citas consigo mismo: aquí no funcionan las sonrisas seductoras, ni tampoco las pulcras listas de buenas intenciones. Uno se limita a barajar sus propias cartas marcadas de forma teatral, pero en vano: el gesto amable hecho por las razones incorrectas, el triunfo aparente que no costó esfuerzo alguno, el acto aparentemente heroico que uno acabó realizando por vergüenza. Lo más desolador es que el amor propio no tiene nada que ver con la aprobación de los demás, a quienes, a fin de cuentas, no cuesta mucho engañar; y tampoco tiene nada que ver con la reputación, que, como le dijo Rhett Butler a Scarlett O´Hara es algo que la gente con coraje no necesita."
Estoy de acuerdo con Didion en que contemplarse a uno mismo es como poco incómodo. Despertarte por la noche y empezar a dar vueltas sobre ti mismo viendo cosas que no quieres ver o no has querido ver, y dándote cuenta por sorpresa de realidades enormes que sin embargo no habías percibido hasta ese momento, no es agradable, y muchas veces va mucho más lejos de ser incómodo y se convierte en una putada.
No estoy de acuerdo sin embargo con que el autoengaño no funcione. Conozco mucha gente que parece vivir en un permanente estado de autoengaño con respecto a la realidad que les rodea y su propia realidad. No creo ni por un momento que yo los conozca mejor que ellos mismos pero sí se que no son como ellos creen que son... y lo más fascinante es que no quieren verlo..., son los que se aferran a la ilusión de caerse bien a sí mismos. Coincido también con Didion en que el amor propio es independiente de la opinión de los demás. Debes tenerte amor propio aunque los demás tengan una mala opinión de ti y no debes basar tu amor propio en la opinión favorable de los demás. Es fácil engañar a los que te rodean. Y sobre todo, si tu amor propio se basa en lo que opinen los demás de ti... ¿qué pasará si alguna vez "descubren cómo eres" y eso hace que su opinión cambie?
"Que te falte amor propio, en cambio, equivale a ser el espectador solitario e unitario de un documental interminable que detalla tus propios fracasos, tanto los reales como los imaginarios, con escenas nuevas añadidas a cada pase. "Aquí está el cristal que rompiste en un ataque de rabia, aquí el dolor en la cara de Fulano; fíjate ahora en la siguiente escena, la noche en que Mengano regreso de Houston, mira como la cagaste". Vivir sin amor propio es pasarte la noche en vela, sin que te pueda ayudar ni la leche caliente, ni el fenorbital, ni la mano que descansa sobre la colcha, contando tus pecados por acción y por omisión, las confianzas traicionadas, las promesas sutilmente rotas y los dones irrevocablemente desperdiciados por pereza o cobardía o por dejadez. Por mucho que lo pospongamos, al final siempre acabamos acostados solos en esa cama notoriamente incómoda, la que nos hemos hecho nosotros mismos. El que durmamos o no en ella depende, por supuesto, de si tenemos amor propio o no".
Ya lo he dicho antes, la noche es un momento durísimo para la introspección. Es cómo lo cuenta Didion, el momento en el que no hay escapatoria de esos pensamientos. Durante el día también puedes darle vueltas a tus errores pero siempre habrá algo que te distraiga de ese repaso vital. Por la noche no hay nada más que tú, tu vida, lo que has hecho, lo que no has hecho; y horas para pensarlo. Obviamente cuánto mayor eres más cosas hay para repasar y más amor propio hay que tenerse para poder conciliar el sueño.
"Alegar que existe una gente harto improbable, una gente que es incapaz de tener amor propio, y que no tiene problema alguno para dormir, es no haber entendido nada, en la misma medida en que no ha entendido nada quien piensa que el amor propio está necesariamente relacionado con el hecho de llevar imperdibles en la ropa interior. Existe la extendida superstición de que el "amor propio" es una especie de encantamiento contra las serpientes, algo que mantiene a quienes lo poseen encerrados en un Edén inmaculado, lejos de las camas de desconocidos, de las conversaciones ambivalentes y de los problemas en general. No es así en absoluto. No tiene nada que ver con el aspecto de las cosas, sino con una paz distinta, un tipo de reconciliación privada".
Eso es. Creer que el amor propio es algo mágico o, mejor dicho una especie de "virtud superior" con la que se viene de serie es un error. Es una "reconciliación privada"y, como cualquier reconciliación, exige que haya habido primero una pelea, una discusión, una batalla...en este caso contigo mismo. La parte buena es que sólo hay un ganador, tú mismo.
"Igual que Jordan Baker ( personaje de El gran Gatsby), las personas con amor propio tienen el coraje de equivocarse. Conocen el precio de las cosas. Si deciden cometer adulterio, luego no se van corriendo, con un ataque de mala conciencia, a recibir la absolución del cónyuge traicionado; tampoco se quejan indebidamente de la injusticia ni de la vergüenza inmerecida de que los declaren responsables. En resumen, la gente con amor propio es gente dura, tiene algo así como agallas morales: hace gala de eso que antes se llamaba "carácter", una cualidad que, aunque en abstracto se aprueba, a menudo pierde terreno en favor de otras virtudes de fama más instantánea. (...) Pese a todo,el carácter -la voluntad de aceptar la responsabilidad de la propia vida- es el lugar de donde brota el amor propio.
Esa clase de amor propio es una disciplina, un hábito mental que no se puede fingir, solo se puede desarrollar, adiestrar y obtener por medio de la persuasión".
Creo que es imposible tener "el coraje de equivocarse", nadie dice "voy a equivocarme y voy a ser un valiente por ello". Más bien es algo como "voy a hacer esto" y, cuando luego te equivocas, decir "bueno, por lo menos lo intenté". Dudo mucho que haya gente con el suficiente valor como para decir "voy a equivocarme a ver qué pasa", es más bien como pensar "me arriesgo aún sabiendo que puedo cagarla". Si resulta que te equivocas, tener amor propio es asumir el error con todo lo que conlleva, sin excusas, sin autoengaño y eso debe ser lo que permite vivir y seguir adelante. Y sí creo que es una disciplina y un hábito mental y creo que hay que ser muy valiente para adquirirlo pero supongo que tiene algún tipo de recompensa.
"Nuevamente, la cuestión se reduce a reconocer que cualquier cosa digna de ser poseída tiene un precio. La gente con amor propio está dispuesta a aceptar el riesgo de que los indios vayan a ser hostiles, de que la empresa vaya a entrar en bancarrota, de que la relación pueda no resultar ser de esas en que todos los días son fiesta porque tú estás conmigo. Están dispuestos a invertir algo de sí mismos; puede que decidan no jugar, pero cuando juegan saben lo que está en juego".
Con amor propio no se idealiza nada, ni a los demás, ni las situaciones ni a ti mismo.
"Si tienes ese sentido del valor intrínseco de ti mismo que constituye el amor propio, se puede decir que potencialmente no te falta de nada: ni la capacidad de discernir, ni la de amar ni la de permanecer indiferente. Que te falte, en cambio, equivale a estar encerrado dentro de ti mismo y ser paradójicamente incapaz tanto de mostrar amor como indiferencia".
Ja. Didion sabe lo importante que es tener un barranco de la indiferencia. Fuera de coñas, el amor propio no es creerte mejor, ni siquiera es creerte bueno, ni medianamente bueno... es conocer "el valor intrínseco de ti mismo".
"Asignarles a las cartas sin responder su importancia real, liberarnos de las expectativas ajenas y devolvernos a nuestras propias manos: en ello consiste el enorme y singular poder del amor propio. Sin él, uno termina por descubrir la última vuelta de tuerca: que uno se ha escapado para encontrarse a sí mismo y ahora se encuentra la casa vacía".
Eso es. No tener el valor de tener amor propio es encontrarte la casa vacía.
Volviendo al principio, supongo que todos pensamos que tenemos amor propio y carácter... y manejamos el autoengaño con maestría.
Joan Didion cumplió el jueves 79 años.