Brendan O'Neil, editor de Spiked, publicó ayer un breve comentario acerca del fisgoneo o -por decirlo más claro: espionaje- del gobierno estadounidense de lo que los ciudadanos hablan por teléfono y de lo que escriben y publican en las redes sociales.
En la prensa pueden leerse cosas como What We Don't Know About Spying on Citizens: Scarier Than What We Know, o bien Spying on citizens: ‘It’s called protecting America’, o quizá -entre tantísimos otros artículos publicados los últimos días, acerca de las actividades de la NSA- Obama administration defends spying on citizens, o Mass Surveillance in America: A Timeline of Loosening Laws and Practices.
Pero el breve comentario de Brendan O'Neil ayuda a ver mejor las cosas, como bien dice, desde este lado del Atlántico. Y sin duda, la excusa legal para esta inmoralidad también se debe dar en los restantes países europeos y de otros continentes.
Esta es una traducción rápida:
Ha habido protestas airadas en los EE.UU. esta semana por las revelaciones sobre las agencias estatales que acceden a los registros de teléfono, de correo electrónico y de conexión a internet de millones de estadounidenses.
Esta reacción se justifica, porque fisgonear de modo rutinario (o habitual) en nuestros asuntos privados es algo inaceptable.
En un momento en que hay ansiedad porque hay empresas privadas como Facebook y Google interesadas en hacerse con nuestros datos personales, el asunto es un recordatorio de que un Estado que fisgonea es una amenaza mucho mayor para la libertad.
Pero antes de ver la cosa con cierto aire de suficiencia en este lado del charco, vale la pena recordar que está vigente [en Gran Bretaña] la Ley RIP, que otorga a las autoridades del Reino Unido a quienes no gusta la libertad, poderes similares a sus equivalentes en Estados Unidos. Y eso que la ley fue aprobada un año antes del 9/11.