Viendo las críticas que recibe por parte de la oposición desde hace décadas, uno tendería a pensar que han usado su poder en todo este tiempo para atacar el idioma gallego ("fan escrache á lingua galega", dirá una diputada del Bloque para a continuación tildar de "antigalego" al PP), para borrar de los libros las ideas de los nacionalistas fragmentarios y para esquivar de los anales literarios a los antiguos autores que aspiraban al autogobierno cuando el autogobierno estaba peor visto o prohibido. Mi impresión es que ocurre lo contrario.
Por supuesto que para quienes dedican sus desvelos a hacer apología de la diferencia la política del PP les sabe a poco. Mi teoría es que la única diferencia en este aspecto de la política entre los fragmentarios y el PP está en la paciencia. La actual situación de la educación en Galicia que se debe fundamentalmente al PP no me parece que esté muy lejos de la reclamada por el nacionalismo fragmentario hará una o dos décadas.
Obvia decir que más allá de la política educativa están las pequeñas píldoras diarias que van conformando una suerte de medioambiente mental: ahí están los certámenes literarios, las medallas, los homenajes a artistas y las declaraciones de los políticos que van todas en una misma línea. Ahí está el homenaje a Manuel Fraga en Villalba como "acto de afirmación de galleguidad" (en palabras del alcalde correligionario), la inauguración del "Encuentro Mundial de la Galleguidad"... Esta palabra "galleguidad" es el eufemismo empleado por Fraga y abrazado por sus herederos para explicar su proceder en esta área de la política.
Cabe preguntarnos cuál es la gran diferencia que hay entre la "galleguidad" del PP y el discurso fragmentario habitual que defienden sus enemigos políticos. Yo encuentro dos diferencias: calificar a Galicia como región (y esto lo hacen en contextos de política europea: "La Europa de las regiones", "Galicia en el concierto regional europeo", etc) y una apelación al universalismo y humanismo en la que insisten (pero esto tampoco sería raro que te lo comprara cualquier reaccionario que lleve otras siglas). El propio Manuel Fraga nos comenta:
...deben ser reconocidos todos quienes contribuyeron a que los gallegos tomáramos conciencia de nuestro propio ser.
Manuel Fraga, De Galicia a Europa (1991)
Tenemos que potenciar nuestro orgullo, el orgullo de ser gallego, teniendo por honor nacer en esta tierra.
Manuel Fraga, De la acción al pensamiento (1993)
La "conciencia del propio ser" y el "orgullo de nacer aquí" son revoltijos heideggerianos que te los compra con los ojos cerrados cualquier estudiante de filología gallega envuelto en la esteleira en la puerta del Avante de Santiago cualquier día de la semana. O el propio Suso de Toro, escritor que menciono por ser conocido más allá de los Ancares y que participa en el Manifesto pola Unidade que llamaba en 2015 a la manifestación en el "Día da Patria" (el Día del Apóstol Santiago) por la "conciencia de ser una nación". O, bueno... algo que te puedes encontrar en la Telegaita que controla el PP sin previo aviso.
Estas cosas, de habituales, en Galicia no llaman la atención. Constituyen el medioambiente normal, estándar, por eso no hay noticia de esto fuera de Galicia. Yo creo que fuera de Galicia estas cosas que hace el PP podrían interesarle a alguien porque lo que observo es a un montón de gente viviendo en la inopia acerca de lo que hace y es responsable el PP.
Mirad una cosiña, PP, es que recibo señales contradictorias entre lo que hacéis y lo que decís.
Con esto no digo que Fraga, Feijoo o el PP de Galicia sean fragmentarios, ojo, lo que digo es que "están dejando hacer". La política educativa, idiomática, de las imágenes, los elementos de agregación política, lo que construye colectivos políticos... todo esto el PP cree poder controlarlo y "deja hacer". Yo empiezo a pensar que por desidia e incapacidad ya está operando una suerte de "entrismo", como el ocurrido en la oposición al franquismo para tratar de restar fuerza al PCE y que nos llevó a que en la Transición nuevos partidos que fueron inexistentes durante la dictadura aparecieran con fuerza junto a un PSOE que nadie conocía. Es decir, por medio de profesores de universidad, libros y apelaciones sentimentales se crea un sustrato que a la larga tiene consecuencias políticas.Esta desidia, ignorancia o incapacidad —otros pueden pensar que en el PP funciona efectivamente la idea fragmentaria, lo que situaría a este partido en la derecha política en el tema territorial— por parte del PP a la hora de administrar los elementos de agregación polítca lo vemos en la cuestión
CEIP Vicente Risco (Cualedro)
En las clases de Volkgeist que son las clases de lengua gallega o de literatura gallega (especialmente desde que se cargaron la segunda forma del artículo ahora tienen más tiempo para hablar del Heimat y del Gemeinschaft, aunque siempre con otros nombres para que no se note el polvillo de la dehesa teutona) los niños aprenden una historia de la lengua gallega que es una especie de historia paralela cuyo único fin es resaltar las diferencias respecto al resto de España. Hay que decir que esto se hace porque lo exige el primer artículo del Estatuto de Autonomía de Galicia (una ley aprobada por las cortes españolas que ordena a los poderes públicos gallegos diferenciar Galicia de España).Resulta evidente que se puede contar la historia de cualquier trozo de tierra del planeta resaltando las diferencias con el resto. También se puede contar resaltando las coincidencias. El caso es que esta perspectiva hace que la historia quede coja. Y si esta historia te la enseñan en la escuela ya la escuela no cumple su función.
No me extiendo en el tema pero pongo un ejemplo muy rápido de algo que es muy común y también se ve fuera de Galicia: contar la historia como una progresión hacia un fin. Cuando se aplica en el currículo académico esta forma de contar la historia, en lo que a la Edad Contemporánea se refiere aparece una serie de autores que persiguen la idea de autogobierno de forma incremental (el autogobierno se une al idioma como si fueran la misma cosa. Recordemos que son escritores y profesores de lengua los que escriben esta historieta). Así del provincialismo de inicios del XIX se pasa al regionalismo de Brañas y Murguía y de ahí a principios del XX se pasa al nacionalismo. Se presenta esto de forma incremental con la consiguiente idea de que esto tiene que llegar a algún fin. Spolier: el fin es la independencia política de Galicia. Os recuerdo que no es Beiras el que hace esto sino gente con corbata que le da patadas al gallego (háblalo o no, pero no le des patadas) y que está encantada de ir al Club Siglo XXI de Madrid a hablar de sentido común en la política y perorar sobre esos sediciosos catalanes que adoctrinan a niños en las escuelas.
CEIP Manuel Murguía (La Coruña)
Este relato se inserta en un relato más grande de conflicto entre España (o Castilla) y Galicia que no deja de ser una actualización de las primeras y atolondradas historias de Galicia que escribieron los primeros regionalistas (tanto Manuel Murguía como Benito Vicetto). Este sustrato se va actualizando pasando por las manos de santos laicos como Castelao, Risco y otros. La cuestión es que en la escuela jamás comentan la otra parte de la historia si no es la idea del "otro" que es un estereotipo de señor franquista o cacique que habla castellano y que por hablar castellano está fuera del Gemeinschaft. Al presentar la historia de esta forma maniquea se dejan por el camino una gran escala de grises. Hay toda una serie de autores y obras que décadas antes del franquismo critican a los celtómanos padres de la patria tanto política como literariamente y de los que ningún niño escucha hablar durante su escolarización: López de Vicuña, Sánchez Moguel, Leopoldo Pedreira... Incluso no nos hace falta ir a los autores prohibidos en la educación nacional-galleguista, entre los aceptados y endiosados hay partes de sus biografías que se omiten cuidadosamente: sólo fuera de Galicia hay gente que sabe que la mitad de los padres del nacionalismo gallego pre-marxista combatieron en la Guerra Civil del lado de Franco, luego yo qué sé: García Ferreira por ejemplo es un señor que tiene calles a su nombre y que escribía poesía en gallego sin saber gallego, también tenemos la letra pequeña de aquellos certámenes literarios del Rexurdimento, organizados por los mismos que ganaban los premios (hay costumbres que nunca cambian) o cómo hay autores cuya fama se debe exclusivamente a hacerle la pelota a Pardo Bazán (me refiero al inútil de Eduardo Pondal, que es una figura sagrada e intocable).Con este estado ruinoso de cosas ¿cómo me voy a creer al PP en el gobierno de España golpeándose el pecho y hablando de la "hispanofobia" de los secesionistas catalanes? ¿Cómo me voy a llevar las manos a la cabeza por el adoctrinamiento secesionista de niños si esa es la política ortodoxa del PP? Y ya digo, si se trata de desidia la solución es muy fácil: poner en el minúsculo lugar que le corresponde a la minoría vocinglera, dejar que los historiadores traten la historia, defender la autonomía educativa de los centros, cortar las risitas con la endogamia literaria (hay un montón de autores que no están todo el rato con la matraca política) y reconstruir los elementos de agregación política dejando a un lado el doble discurso. Porque de dobles discursos y de leccioncitas a los demás es suficiente.