Revista Toros

Sobre la corrida de Escolar en Las Ventas

Por Malagatoro

escolar

“A ver quien se esconde ahí”. Toros de bella estampa, sí señor, pero imposibles para la concepción del toreo que se impuso desde los tiempos de Juan Belmonte y Chicuelo, y que se basa en el dominio del toro para poder crear belleza, plasticidad, arte; en la conjunción de los tres elementos esenciales de la tauromaquia actual: técnica, ética y estética. Con estos pájaros de Escolar es imposible hacer el toreo. Ya es bastante que los toreros pudieran salir indemnes. Ni estos mansos violentos y con la única intención de llevar al hule a quien se pone delante de ellos, ni el borrego“artista”. En el término medio está la virtud. Y encima no se vio la suerte de varas esperada. Mi reconocimiento a los toreros y sus cuadrillas que ayer se pusieron delante de estos bureles mentirosos que sabían latín y arameo, pero nada de lo aprendido era bueno. Variedad de encastes, por supuesto, pero para hacer el toreo no para una lucha más propia de anfiteatro romano. Foto: Juan Pelegrín/Las Ventas.


Antonio Lorca en El País:

“Uno de los toros se paró ante el burladero de cuadrillas, vio que allí se refugiaban dos señores, levantó la cara y metió los astifinos pitones por encima de las tablas a la busca y captura de algún corbatín. Así se las gastaban los toros imponentes de José Escolar, guapos de estampa, descarados de astifinos pitones, mansos ante los caballos, blandos, violentos, correosos y listos, de esos que aprenden latín antes de que su matador haya podido orientarse. Miran, remiran y hacen una radiografía de quien tienen delante y el árbol genealógico de toda la cuadrilla.

No fue, claro está, una corrida aburrida; los que pisaron el ruedo pasaron las de Caín y tuvieron la fortuna de no acabar en la enfermería, que tiene su mérito en situaciones como ésta. No fue aburrida, pero tampoco emocionante; más bien, fue un festejo que se vivió en tensión permanente por la dificultad extrema de los toros que, en ningún momento, embistieron con franquía ni permitieron la más mínima confianza.

Frente a la imposible faena de la mayoría de ellos, el cuarto y el sexto hicieron creer a parte del respetable que se dejaban torear, pero era mentira. En cuanto notaban que el torero intentaba estirarse, surgía el tornillazo que, afortunadamente, quedó siempre en preocupante aviso.

Ante este estado de cosas, la terna no alcanzó el lucimiento; lógico, por otra parte, porque quien está pendiente de cuidarse los muslos de una puñalada trapera, no tiene tiempo ni cuerpo para ponerse bonito.

Además, esta es la pescadilla que se muerde cada año la cola. Este tipo de complicadas corridas las matan diestros que tienen acreditada valentía, pero torean poco; y torean poco porque no pueden triunfar con corridas tan complicadas como esta. Pero, eso sí, muchos de los que pasan por taquilla, entienden que ese es un salvoconducto para mandar a más de uno a los leones: ‘tócalo, pónsela, quédate quieto…’ Y mientras el fulano se fuma un puro así de gordo y va ya por el tercer gin tonic, el torero en cuestión se acuerda de toda su familia; y con razón.”

Carlos Ilián en Marca:

“Durante la lidia del cuarto toro, que desarrollaba un peligro pregonado, mirando al pecho de López Chaves, con saña, salió una voz desde algún tendido que sentenció ¡el toro se va sin torear!. Una sentencia cruel para el modesto torero que sorteaba como podía el peligro de un toro que desarrollaba todo un catálogo de aviesas intenciones.

Y esta podía ser la mejor ilustración para definir lo que vimos en Madrid. Es el doble peligro de los toros de Escolar. Por una parte el mismo que desarrollan durante la lidia y por otro el que supone para el torero que está delante la actitud de un sector del público que entiende como toreables y de condiciones para el triunfo a estos toros.

Ya me gustaría ver a Manzanares delante de la corrida en el lugar de López Chaves, Robleño y Lázaro. A ver quien es capaz de ligarle tres naturales de muleta arrastrada y largo trazo a ese cuarto toro. En cambio hay que ponerse en la piel de los tres muchachos que se encontraron con la durísima y descastada corrida del hierro de Escolar.”


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