Revista América Latina
En los últimos días, en la blógsfera, hemos sido testigos de una serie de ensayos acerca de la corrupción a propósito de los últimos acontecimientos en la política peruana.Desde la publicación del primer post de Martín Tanaka acerca de sus hipótesis sobre la corrupción(i) hasta los últimos publicados por Alfredo Bullard(ii) y nuevamente Martín Tanaka, ambos el 9 de mayo, el debate parece llegar a las siguientes conclusiones. Empecemos por Martín: “De un lado, Alfredo Bullard ubica el origen de la corrupción en derechos de propiedad mal definidos, y propone la reducción del Estado y la privatización como receta. No muy lejos, Jaime de Althaus, asocia la corrupción con el patrimonialismo y el clientelismo, y el antídoto es el mercado, la libre competencia. En el otro extremo, para Humberto Campodónico, Alberto Adrianzén y Nicolás Lynch la corrupción sería consecuencia de la complicidad entre grandes intereses privados y el Estado promovida por el modelo económico neoliberal. Lynch y Carlos Iván Degregori suman a éste el efecto que ha tenido sobre las conductas; habría un sentido común individualista, un desapego de lo público que hace a la gente más proclive a ignorar las normas. La receta implicaría un cambio de modelo económico, el fortalecimiento del Estado, la promoción valores solidarios”.(iii) Y Alfredo Bullard señala: “La columna de Tanaka acierta en lo esencial: los socialistas y los liberales no estamos tan alejados en el diagnóstico. La causa de la corrupción puede encontrarse en una alianza nefasta entre el Estado y el poder económico.” (iv)De un lado se asocia indirectamente los actos de corrupción con las reformas económicas de liberalización implementadas durante el gobierno de Fujimori,(v) reformas implementadas sobre un país con una incipiente identidad nacional e instituciones políticas y de control no las suficientemente desarrolladas para evitar la corrupción. Es decir, el problema es que el país no estuvo preparado adecuadamente para tales reformas. El problema no es entonces, en el fondo, la liberalización económica propiamente dicha, sino el país (¡!).Del otro lado, la argumentación liberal recae fundamentalmente en la racionalidad “natural” del hombre, que se resume en la proposición smithiana: “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni le hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”. O resumidamente, el mismo Smith nos dice: “Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas”.(vi) En ese sentido Alfredo Bullard agrega: “. . . los individuos somos oportunistas por naturaleza. Buscamos sacar el mayor provecho posible de las oportunidades que se nos presentan. Solo límites claros y que funcionen evitan que ello derive en aprovechamiento indebido”. Y luego complementa: “Si alguien quiere tomar lo que no le corresponde, la propiedad lo protege. Y si quiero lo que es de otro, debo tener que contratar con él de manera voluntaria. Y una vez contratado, debe cumplirse la palabra empeñada. No debe haber pie para que coimeando a un funcionario este me entregue lo que no es mío. Si tu quieres una lavadora, pues tienes que comprarle la propiedad de la misma a la tienda. La propiedad protege contra el oportunismo de entrar y llevársela por la fuerza y los contratos establecen que teniendo un contrato te la tienen que entregar en los términos pactados”.(vii) Es decir, a la proposición smithiana “Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas” (de ahora en adelante DQN-TQD), se le añade reglas institucionales, como los derechos de propiedad y los contratos. ¿Y quién o qué garantiza estos derechos de propiedad? El Estado (¡!). Por tanto, los aptos de corrupción bajo este argumento, sólo ocurrirán siempre que no estén correctamente definidos los derechos de propiedad y los contratos no sean claros; y dado que el Estado en sí es un monopolio de poder, los individuos que lo conducen han sido dotados fácticamente o formalmente de un exceso de poder para disponer de riquezas que no son propiedad suya, por tanto; en todo acto de corrupción está de por medio el Estado ya que en él no existe el mecanismo de competencia.Ambas posturas olvidan algo importante, las racionalidades obedecen a contextos sociales, económicos o culturales. En ese sentido, la causa efficiens o la causa materialis de la corrupción no lo explican todo. Se ignora la causa finalis. ¿Por qué existen los actos de corrupción? Nuestra postura es que la corrupción constituye un mecanismo de asignación de riqueza, asigna recursos e ingresos que no pueden realizarse dentro de las reglas de una sociedad que opera fundamentalmente a través del mercado.Si en una economía de mercado, como la nuestra, es posible que unos pocos individuos puedan ganar más de un millón y medio de soles al año; mientras que el ingreso promedio mensual proveniente del trabajo es una cantidad no mayor de trece mil soles al año, definitivamente estamos hablando de una fuerte desigualdad distributiva del ingreso.(viii) Esta desigualdad ahondada por el mecanismo de mercado, tiene un efecto sobre la percepción y las expectativas de los agentes sobre sus ingresos futuros y sus niveles de vida. Así, cada individuo formará sus umbrales de tolerancia según el nivel de vida que posee y según al cual aspire.(ix)Sobre esta valoración subjetiva de los niveles de vida, los funcionarios públicos, constituyen simplemente una extensión del mecanismo distributivo del mercado. No al revés, como se infiere de la postura liberal. Así el principio smithiano DQN-TQD se trastoca y queda como: “Tendré lo que deseo y dame que lo necesito”. Donde ese “dame” puede llegar a hacerse efectivo mediante el uso de la violencia. Independientemente de que la propiedad esté bien definida o no. En el caso de la corrupción de los funcionarios públicos es mediante la negociación, la cual puede ser organizada o no organizada, dado el poder que tienen estos.(x) Por tanto, dadas las reglas institucionales, la racionalidad económica correspondiente a la economía de mercado y dados los umbrales de tolerancia y de aspiración de vida; una economía de mercado que amplía los niveles de desigualdad estaría ampliando las diferencias entre los niveles de vida efectivo y de aspiración que poseen los individuos. Entonces, para un funcionario público, el acto de corrupción es una oportunidad de salir de la pobreza o de incrementar sus niveles de vida tal que le permitan alcanzar niveles de vida de individuos posicionados muy por encima de él en la pirámide de los ingresos.(xi) Así, un Ministro de Estado, cuyo nivel de vida podría estar por encima del nivel de pobreza, sin embargo podría tener una expectativa de vida equivalente a la de un gerente de una empresa minera; y dado que las reglas del mercado no le permiten alcanzarlo entonces encuentra en la red de corrupción la oportunidad para realizarlo. En consecuencia, la corrupción ya no se reduce a un problema de pobreza, como el ejemplo de los policías que coloca Bullard; sino también al de alcanzar el nivel de vida elevado que el mecanismo de mercado ha apuntalado en el sector privado. En ese sentido, no es un problema propiamente del Estado, es un problema del Estado que convive con una economía de mercado con un elevado nivel de inequidad.Finalmente, el proceso de liberalización iniciado en la década de los noventa, como parte de un marco más grande llamado globalización, no podría hacer más que o ampliar la brecha distributiva al interior del país o incrementar los niveles de aspiración y expectativas de vida; y por tanto incrementar los niveles de corrupción. Es decir, los individuos ya no tendrían por qué sólo considerar los ingresos domésticos o nacionales al formular sus umbrales o expectativas de vida sino también los foráneos; desde el familiar que migró a España y percibe mil doscientos euros mensuales o enterarse de los ingresos elevados y lujos que dispone un jugador de fútbol en Alemania y que no podrían alcanzarse aquí. En conclusión, la corrupción es inherente a la economía de mercado y es endógena a la desigualdad interna. Ninguna definición de los derechos de propiedad ni ninguna institución de control la eliminará. La corrupción es un fenómeno de la misma naturaleza que la pobreza. Así, en los países más pobres y más inequitativos, la corrupción debe ser un rasgo característico.-----------------(i) Ver: http://martintanaka.blogspot.com/2010/04/hipotesis-sobre-la-corrupcion.html.(ii) Ver: http://blogs.semanaeconomica.com/blogs/prohibido-prohibir/posts/mis-amigos-socialistas-y-la-corrupcion#ixzz0o97ZfiuG.(iii) Esto en un segundo post. Ver: http://martintanaka.blogspot.com/2010/05/hipotesis-sobre-la-corrupcion-2.html.(iv) En el mismo post señalado en la nota (ii).(v) Al respecto Nicolás Lynch (subrayado nuestro) señala que el problema de la corrupción no es un problema de comportamiento, sino que: “(Es) Mucho más que eso, es el problema de la falta de identidad con el Perú que han promovido élites a lo largo de la historia republicana y que encuentra un momento culminante en la aplicación del ajuste neoliberal a principios de la década de 1990 por la dictadura de Fujimori y Montesinos. Las políticas antinacionales que se han aplicado en materia de privatizaciones y concesiones, inversión extranjera y TLC, y que promueven al Perú como un destino al que hay que saquear en el menor tiempo posible están en la raíz de las malas conductas que calificamos hoy como corrupción. La razón es sencilla: se roba lo ajeno, nadie se roba lo que es suyo”. Ver: http://www.larepublica.pe/delito-de-opinion/30/03/2010/la-delgada-linea-roja. Asimismo, Martín Tanaka (igual, subrayado nuestro) señala: “ . . . hemos tenido una liberalización económica sin tener mercados verdaderamente competitivos, con actores privados todavía acostumbrados a funcionar al amparo de favores del Estado, con instituciones débiles, sin partidos democráticos, sin una oposición con suficiente capacidad de presión y fiscalización. En este marco llegó al poder un partido debilitado, pero con una amplia red de operadores en busca de oportunidades de negocio de todo tipo, con buenas relaciones con el poder, aunque no necesariamente articulados con este”. En: http://martintanaka.blogspot.com/2010/04/hipotesis-sobre-la-corrupcion.html.(vi) Adam Smith. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. México: Fondo de Cultura Económica, 1958, p. 17.(vii) Post de la nota (ii).(viii) Ver: http://www.olca.cl/oca/peru/mineras73.htm. (ix) El caso de Fujimori es evidente. Un profesor universitario que sale elegido Presidente de la República y luego alcanza niveles de vida más allá de las expectativas de un profesor universitario promedio. (x) Los “vladivideos”, “petroaudios” son evidencia de esto. (xi) Siguiendo a Hirschman: Es como si en una avenida de doble vía, pero de un solo sentido; mientras en una de ellas los automóviles avanzan a 2 kilómetros por hora; mientras que en la vía del costado un individuo avanza a 100 kilómetros por hora. ¿Mantendrán su carril los de la primer carril? Ahora, a ello añádele que uno va en Ferrari y los otros van en “combi”. Hirschman, Albert. (1973), “The changing tolerante for income inequality in the course of economic development”, Quaterly Journal of Economics, vol. 87, pp. 544 – 566.
publicado el 24 noviembre a las 00:32
ayy luis tu y tareas y tareas no mas ashh kntiio amkito ..
publicado el 23 noviembre a las 21:54
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