Desde hace unos meses, se ha hablado mucho sobre el preocupante número de mujeres lesbianas que han muerto en distintas series que, por evitar destripes, evitaré mencionar de manera específica; pero estoy seguro de que varias os vienen a la cabeza mientras leéis estas líneas. Es una problemática que siempre ha estado ahí, pero a la que se ha comenzado a prestar atención mediática (aunque aún, insuficiente) desde el famoso caso de The 100, sobre el que oyeron hablar personas que ni siquiera veían la serie. Un bombazo, vaya que sí. Pero, ¿ha cambiado ese bombazo algo?
La respuesta, tristemente, es no. Ser una pareja de lesbianas en una serie dramática sigue siendo como una sentencia de muerte. Y el último caso que me he comido ha sido, por si fuera poco, en una serie que tenía bastante sensibilidad respecto a estos temas. O eso creía. Y eso me hace preguntarme... ¿hasta qué punto los guionistas tienen una responsabilidad con estas historias que están contando sobre personajes LGBT+? ¿No deberían encontrar un equilibrio entre su libertad creativa, la cual indudablemente tienen, y el no perpetuar clichés nocivos para las mujeres no heterosexuales? Porque eso es lo que están haciendo al plasmar tan repetidamente estos finales tan desagradables, donde una chica de la pareja muere de manera invariable. Lo peor es cuando muere después de que ambas tengan sexo... por primera vez.
Y sí, lo sé. Partimos de la base de que todo se trata de ficción. Pero, al igual que en un programa de televisión los tertulianos no pueden decir cualquier barbaridad que se les ocurra -aunque a veces lo hagan-, las mismas reglas aplican para las series. En una serie no todo vale, porque las historias que han creado van a llegar a miles y miles de personas. Y eso es un gran poder... pero un gran poder, como bien sabemos, conlleva una gran responsabilidad.
En favor de las series, no obstante, también hay que decir que van mucho más avanzadas que el cine. Se atreven a dar papeles relevantes a actores y actrices negras con una regularidad creciente (How to get Away with Murder, Scandal, Luther), muestran importantes ideas feministas, una diversidad de personajes LGBT+ que el cine aún no puede hacer más que envidiar, e incluso tenemos maravillosas series como Grace & Frankie, que dan voz a las problemáticas y perspectivas de dos mujeres mayores. Y, aun y con todo esto, los problemas persisten: especialmente, como analiza este excelente artículo de 'La Huella Digital', en lo que concierne a la desigualdad de género.
Porque sí: como decía, las series son ficción. Pero son ficción que se emite en el mundo real. Un mundo que rezuma heteronormatividad por los cuatro costados, donde las personas LGBT+, no blancas y mujeres son discriminadas sistemáticamente de una forma u otra. Como hombre blanco cisgénero, trato de escuchar a las feministas y ser consciente de mis privilegios, corrigiendo cualquier actitud machista, racista u homófoba que el heteropatriarcado (menudo palabro, ¿eh?) haya podido hacer crecer en mí. El problema es cuando estos hombres blancos, mis entrañables dudebros, no llevan a cabo esta autocrítica, no se molestan en escuchar a los demás... y, además, dirigen series. Entonces nos encontramos con el problema que sucedió en The 100, que tantísimo afectó a muchas chicas lesbianas o bisexuales. Porque no hay que olvidar que la audiencia de The 100 es mayormente juvenil, y muchas chicas vulnerables, que sufren discriminación por su condición sexual, vieron cómo ese rayo de luz que era Clexa pasaba a ser otro cliché más. Otra lesbiana muerta más.
Quizá a algunos os parezca exagerado que algo que es ficción pueda afectar tanto, pero lo cierto es que basta con tener un poco de empatía para ponerse en la piel de esas chicas. Como hombre bisexual (os recomiendo este estupendo artículo sobre la bifobia en TV de 'Reino de Series', por cierto) sé lo que es crecer en un mundo que asume que todos somos heterosexuales por defecto. Para las chicas no heterosexuales, no obstante, este desarrollo es incluso más difícil. Los hombres homosexuales están, aunque aún infrarrepresentados, mucho más visibilizados que las mujeres lesbianas en televisión. Partimos, por tanto, de la base de que hay pocas parejas de lesbianas. Un heterosexual puede elegir las que quiera, tiene para regalar. Sin embargo, ¿con quiénes puede identificarse una lesbiana? ¿Y qué hacemos si, encima que hay pocas, la gran mayoría acaban en tragedia? ¿Cómo se come esto una chica de dieciséis años que aún está en el armario? ¿Por qué tiene que tragarse eso en todas las puñeteras series que ve?
Es, como veis, un tema peliagudo. Está claro que se debe respetar la libertad creativa de los guionistas, que muchas veces consideran necesario quitar de escena a una de las chicas para hacer evolucionar a la superviviente. Es su historia, al fin y al cabo. Pero es una historia tan trillada. Y, al igual que una serie tiene el deber ético de ser feminista (Banshee, Agent Carter, The Affair u Outlander, por ejemplo, son grandes ejemplos de series feministas), también tiene la "obligación moral" de ser consciente del mensaje que está lanzando con la forma en que trata, y con todo lo que sucede, a sus personajes LGBT+.
PD: No quería terminar estas líneas sin recomendaros encarecidamente que leáis este fantástico artículo de @junnekn, una chica lesbiana que cuenta su opinión y experiencia personal sobre este tema.
Isidro López (@Drolope)