Revista Cine
La esclavitud ya no se percibe de forma consciente porque ya la hemos asimilado como tal, una condición normal del ser humano moderno, se podría decir que una condición adquirida durante siglos, permanente y perfeccionada en esta última etapa por la tecnología y que nos degrada a ganado, es decir, productor y consumidor de bienes sin ninguna preocupación y pasivos ante les hechos que acontecen, sin creatividad ni relación auténtica, despojados de nuestro espíritu verdadero y recompuestos de nuevo con pensamientos ajenos.
¿Cómo se puede ser partidario de la existencia del Estado sin ser a la vez nacionalista, si en el fondo las dos condiciones - estatista y nacionalista- son de la misma naturaleza?
Por lo tanto aquel que se declare no-nacionalista y partidario del Estado caerá en un contradicción evidente del que no será consciente, por no percibir entre otras cosas la naturaleza del Estado y lo que implica como tal, su subordinación y delegación de la toma de decisiones más importantes que afectan a su vida cotidiana, son los pilares en los que se fundamenta el sistema actual de dominación, lo que implica no poder influir sobre éste y perpetuarlo a condición de poder sobrevivir en el.
Es la condición en la que vive el esclavo inconsciente reprimido moderno y de la que se hace participe en la multitud de formas de subordinación, como la industria del entretenimiento: televisión, cine, internet, literatura, radio, etc y la industria del espectáculo que ofrecen estos medios de difusión, una huida o evasión de la realidad cotidiana en la que vive, absurda, deprimente, violenta, fría y carente de sentido para la inmensa mayoría de la sociedad que previamente se auto-engaña para después ser seducida con todo tipo de embustes y falacias que los medios de comunicación les ofrecen y que urden el gran Capital - multinacionales y banca- con el consentimiento y ayuda de los Estados para mantener a la sociedad servil e impotente ante los hechos que acontecen durante el transcurso de sus vidas y que afectarán en mayor o menor medida el modus vivendi del hombre.