El ganadero y los tres toreros a hombros en Almería. Foto: Manolo Ortega
“Una corrida triunfalista en Almería. Eso fue la de la tarde de ayer. Por las vueltas al ruedo a los bichejos, por las ocho orejas cortadas y el rabo, y ciertamente por todo el triunfalismo que se montó a su alrededor y que según sucedían los hechos se propagaba como la pólvora por los tendidos, que mediatizados por el fracaso de Morante, han visto al Juli y a Manzanares como los salvadores de la feria. Pero la corrida también ha sido una corrida en Cinemascope por lo verdaderamente visto en el ruedo. Sépase que cuando este formato cinematográfico llegó a España, toreaban en sus ruedos matadores como los Bienvenida, Ordóñez, Litri, Jumillano, Pedrés, Dominguín, entre otros etcéteras de una importancia relevante. Y sépase que el Cinemascope no alteraba aún lo que en los ruedos sucedía. Pasados sesenta años de aquella aparición, el Cinemascope ha distorsionado la realidad de una corrida de toros que debió anunciarse de novillos, desecho de tienta y cerrado por las caras que presentaron y por las actuaciones de los toreros, más en novillero, el debutante malagueño, Jiménez Fortes, y en discípulos mas avanzados, el todopoderoso Juli, y el raspado de la elegancia.
Dicho esto y puestos a ver la película de los hechos en esa pantalla formato, de importación americana, sería bueno decir que lo sucedido en la tarde de ayer en el coso de la Avenida de Vilchez, fue bueno para la fiesta en general. Los toros se movieron, se dejaron. Embistieron nobles, sin plantear dificultades y permitieron el toreo moderno, que como se sabe consiste en pegar dos mil muletazos al toro carretón. Citar al hilo del pitón, no cargar la suerte y quedarse descolocados, muletazo tras muletazo. Y por supuesto acompañar en vez de torear, que es la función fundamental de una comparsa en cualquier feria que se precie. Cualquier necio que niegue lo que se vio en el cinemascope, debe ser excomulgado de esta religión que es la tauromaquia. O se está con el sistema o contra él, y un servidor no va a ir contra el sistema, solo me limitaré a enseñar mi bandera y a coexistir pacíficamente con ellos. Me tranquiliza que no soy el único, en la grada del ocho había unos que también se limitaron a enseñar su bandera, la republicana, y que también decidieron coexistir pacíficamente con las vociferantes aclamaciones del populacho que emocionado contribuía a que esta corrida pasara a la historia como la mejor jamás habida en la plaza de Almería.”
