Revista Toros

Sobre la “juampedrada” de Las Ventas

Por Malagatoro

juanpedrada

Antonio Lorca en El País:

“El toro artista es el de ayer, el que crió y potenció Juan Pedro Domecq, bajo de hechuras, con cuerpo de novillo, ayuno de fuerzas, muy escasito de casta y rebosante de bondad. Es decir, el toro que no emociona. (Que no se olvide un detalle importante: Curro Vázquez es el apoderado de Morante, y donde meta la mano el señor Vázquez, no hay toro). Y el torero de arte, ya se sabe, se llama Morante de la Puebla, que es como es, y nadie sabe como es. Un artista, dicen, raro, extraño, y genial, al fin y al cabo. Si tiene su día… ¿Y si no lo tiene?

Pero el arte se ha convertido en la única esperanza blanca de la fiesta de los toros. El resto no existe. Es lo que viste entre los espectadores. Hoy, ser morantista es como hace años era ser currista moderno; un sello que está de moda y que no siempre es sinónimo de buen aficionado.

Y, ya se sabe, con un toro como el de ayer y un artista desganado, prepárense para el aburrimiento. Y eso es lo que ayer hubo en demasía en las Ventas, a pesar de que el morantismo militante, que es legión, se empeña en ver en su imaginación lo que la realidad le niega.”

Enrique Martín en Opinión y Toros:

“Ignoro si seremos capaces de encontrar algo positivo al bochorno sufrido esta tarde en Las Ventas y la mayoría de las tardes en todas las plazas del mundo taurino. Toreros de postín y el ganado predilecto por todos los taurinos. Plaza llena, el gran público esperando ver algo grande a cargo de Morante de la Puebla o incluso de Alejandro Talavante; del confirmante, Juan Pablo Sánchez bastaba que cumpliera con su función de relleno. Los de Juan Pedro Domecq fueron saltando para evidenciar su ineptitud para la lidia; mansos, sin fuerzas, sin poder ser picados ni simulando la suerte, solo preparados para que un señor pusiera posturas ridículas en su derredor. El espectáculo podría parecer cualquier cosa, menos una corrida de toros, y el ganado podría parecer de carne, de tiro, una mascota incluso, pero jamás, jamás un toro de lidia.

Todo el mundo admitía los pases como buenos, a pesar del sucedáneo de toro, todos querían creerse que esos señores eran matadores de toros, pero todo esto está tan lejos de la realidad, del ideal de la tauromaquia y de lo que un día fue grande y se consideró arte, que uno ya no puede creerse que las verónicas de Morante en un quite merecerían ser dibujadas. Lo siento, pero no me lo creo, me es imposible. Todo esto no hace otra cosa sino ensuciar el nombre de lo que fue la fiesta de los toros. Hay quien me dice que me haga a la idea, pero no puedo, aunque tampoco sé si me apetece intentarlo. La fiesta debería ser eterna y si sus valores se proyectaran sobre la sociedad, estoy convencido que contribuiría a que esta fuera mejor, pero esta cosa que nos quieren hacer tragar debería prohibirse ahora mismo, no tendríamos que esperar a mañana.”

Carlos Ilían en Marca:

“Tres camiones con toros tuvo que traer Juan Pedro Domecq para que le aprobaran seis ejemplares. La verdad es que por lo visto en el ruedo podía haber traído la ganadería entera y ni por esas sale un toro bravo y encastado.

De presentación tampoco dió la talla. La mayoría ni pasaba raspando el límite que se exige en Madrid. Una castaña insoportable, una auténtica juan...pedrada en la cabeza de los aficionados. Y esto es lo que hay en un encaste que monopoliza la ganadería brava (?) española y americana, con la excepción de México, donde el encaste Saltillo es predominante, aunque también está podrido.”

Foto: MARCA


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