El mes pasado una entrañable amiga me solicitó estrepitosamente una exégesis sobre el artículo “¡Contra la doblegación del contingente gay!” que lograse asimilar. Considerando la propagación del discurso y un adecuado establecimiento en la psiquis de la población, operar socioculturalmente en nuestro particular imaginario social se hace necesidad. Mediante estas características es que la estruendosa ofensiva mediática ‘parejas imaginarias’ ha generado resultados. El lobby homosexual mueve percepciones a su favor.
En el 2005 esta campaña no habría sido autorizada pues durante este año INDECOPI dictaminó que no era ilícito discriminar a parejas homosexuales en locales abiertos al público si había menores de edad. Se consideraba que podía afectar psicológicamente a los menores. Sin embargo, para este año el mismo INDECOPI revirtió sus precedentes y sancionó la discriminación a gays en situaciones similares. De hecho, en Gran Bretaña hasta hace una década estaba prohibido realizar propaganda homosexual en escuelas, en televisión en horario de protección al menor o cerca de colegios. Hoy en día consiguieron aprobar el matrimonio gay con el respaldo del primer ministro conservador, cuando su propio partido había promovido dicha ley veinticinco años antes (este año han pasado una ley similar en Rusia, dándole la contra al lobby homosexual internacional). El lobby homosexual toma prestados sus paradigmas de las sociedades culturalmente más “avanzadas” (USA y Europa).
La concepción común para “enajenación” suele asociar “locura” y “agresividad” sin considerar el riguroso planteamiento que pueda relacionar con eficacia la privación del juicio con efectos originados por instrumentos de la telecomunicación. Debemos diferenciar rigurosamente entre consecuencias promovidas por situaciones de alienación o enajenación. La compresión de un psicosocial no puede remitirse a los idearios que se implantan en el imaginario social. En el comportamiento intersubjetivo influyen lesiones psíquicas que en interpretaciones próximas son efectos telecomunicacionales. Una condición enajenante no corresponde al carácter que desarrolla naturalmente una persona, es el accionar por causa de doblegación. En el imaginario podemos hallar impregnado el discurso de aceptación de alteridad homosexual. Las ‘parejas imaginarias’ no solo pueden encontrarse comprendidas por idearios que se adoptan a causa de una aceptación que, en ciertas ocasiones y remitiéndonos a los orígenes, se ha desarrollado por métodos alienantes y enajenantes; es decir, doblegar la conciencia de un individuo por medio de acciones telecomunicacionales como “escuchar voces”. La realidad puede ser manipulada por medio de acciones comunicativas como telecomunicativas, siendo este complemento la generación del psicosocial que manifiesta nuestra sociedad.
La búsqueda del establecimiento de las ‘parejas imaginarias’ data de una década atrás. Existían recortes con el mismo discurso, es más con la descripción que aparece en la celebrada página de Facebook. Aún no se ha considerado los efectos telecomunicativos sobre el cuerpo humano en relación al establecimiento de un ideario y en consecuencia su influencia y asimilación en generaciones venideras. Es decir, se puede generar un discurso a través de fenómenos como el de “escuchar voces” y sensaciones exuberantes en nuestro organismo. El carácter imaginario de las parejas con que se sustenta el derecho a la unión entre dos personas del mismo sexo, pervierte la concepción prístina ‘parejas reales’. La causa homosexual en su riguroso establecimiento puede alterar la conciencia individual, familiar y social sin remordimiento alguno. La alteridad que sustenta su tesis ha prostituido el engendramiento del término como en demás planteamientos vitales para el desarrollo humanístico.
Sobre el autor
Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y codirector del sello independiente Río Negro (Perú).
Referencia biográfica
http://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_Allain_Vega