Revista Cultura y Ocio

Sobre la poesía

Por Agora
La poesía se presta a discutir con nosotros con la única más implacable condición de ser amada. No lo digo por decir: nada está permitido sin amor. Ni siquiera morir es lícito sin amor.Una lucha semejante es impensable sin una gran responsabilidad interior; aquí no hay excusas, aquí el centro del monólogo de un hombre solitario es una visión dura y sin contemplaciones. Y se entiende de antemano que, para que un poeta llegue a una visión semejante, debe, quiera o no, alcanzar una profunda soledad. Su dureza, dureza hacia sí mismo, es la inevitable consecuencia de una existencia poética fuerte. Sólo en la soledad y en la clausura, que están llenas de conexiones sutiles entre el tétrico subconsciente y el sexo del mundo, el poeta favorece el desarrollo de sus espacios interiores vueltos a una dimensión eterna, impensable, infinita.
Entonces, si fuera bendecido su elevado espíritu (que está, siempre y en sumo grado, en íntima relación con el espíritu de la tierra), si fuese bendecido en su descenso a sí mismo, evocará quizá la arcana substancia de los hombres, de las coas y de los animales; iluminará una chispa de los arcanos acuerdos entre Dios, la nada y el hombre, uniendo el mundo noumérico y el fenoménico; y en esta llanura tan fúlgida, en esta síntesis de elementos primigenios, con un constante progresivo consuelo y con el don de la límpida evidencia de la liberación y de la unificación, podrá también esto: producir y presentar una obra con una incomparable impronta de amor o de plena ira.Vladimir Holan

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