Revista América Latina

Sobre la rebelión en Turquía

Publicado el 03 junio 2013 por Anahi

El derecho de vivir en paz

Los manifestantes vinieron de todo Estambul, de todos los sustratos sociales, de diferentes ideologías, de diversas religiones. Todos juntos para detener la demolición de algo más grande que el parque: El derecho a vivir como ciudadanos.
Sumandef Hakkında


Estambul, Turquía. A mis amigos que viven fuera de Turquía:
Les escribo para que sepan lo que pasa en Estambul los últimos cinco días. Tengo que escribir esto personalmente porque la mayoría de los medios de comunicación están silenciados por el gobierno, el boca a boca y el internet son los únicos modos que nos dejaron para explicarnos a nosotros mismos y para pedir ayuda y apoyo.
Hace cuatro días (escribo esto el 1 de junio) un grupo de personas que no pertenecen a ninguna organización en específico o a una ideología se juntaron en el parque Gezi de Estambul. Entre ellos estuvieron muchos de mis amigos y estudiantes. Su motivación era simple: denunciar y protestar por la próxima demolición del parque para para construir otro centro comercial en pleno centro de la ciudad. Hay muchos centros comerciales en Estambul, ¡por lo menos uno en cada vecindario! Se supone que el derribamiento de los árboles iniciaría el jueves por la mañana. La gente fue al parque con sus cobijas, libros e hijos. Instalaron sus tiendas de campaña y pasaron la noche bajo los árboles. Temprano por la mañana, cuando los bulldozers comenzaron a arrancar a los centenarios árboles, se pararon frente a ellos para frenar la operación.
No hicieron otra cosa más que pararse enfrente de las máquinas.
No hubo periódicos ni canales de televisión para reportear la protesta. Hubo un completo silencio de los medios, pero la policía llegó con tanques para disparar agua y espray pimienta. Expulsaron a la multitud del parque.
Para la tarde, el número de manifestantes se multiplicó. También lo hizo el número de policías alrededor del parque. Mientras tanto, el gobierno local de Estambul cerró los caminos que llevan a la plaza Taksim, donde está el parque Gezi. El metro fue cerrado, los trenes se cancelaron y los caminos fueron bloqueados. Aun así, mucha gente más llegó al centro de la ciudad caminando.
Vinieron de todo Estambul. Vinieron de todos los sustratos, de diferentes ideologías, de diversas religiones. Todos juntos para detener la demolición de algo más grande que el parque:
El derecho a vivir como ciudadanos honorables en este país.
Se juntaron y marcharon. La policía los confrontó con gas pimienta y gases lacrimógenos, y dirigió los tanques contra la gente que, a cambio, les ofrecía comida. Dos jóvenes fueron atropellados por los tanques y murieron. Otra joven, amiga mía, fue golpeada en la cabeza por una lata de gas; la policía los disparó directamente contra la multitud. Después de una cirugía de más de tres horas, ella sigue en terapia intensiva en una condición muy crítica. Mientras escribo esto, todavía no sabemos si se salvará. Este texto está dedicado a ella.
Estas personas son mis amigos. Son mis estudiantes, mis familiares. No tienen una “agenda oculta”, como le gusta decir al Estado. Su agenda está ahí afuera, y es muy clara. El gobierno está vendiendo el país entero a las empresas, para que construyan centros comerciales, condominios de lujo, autopistas y plantas nucleares. El gobierno busca (y crea, si es necesario) cualquier excusa para atacar a Siria contra los deseos de los habitantes.
Y lo que es más grave: el control del gobierno sobre las vidas personales de la gente se ha hecho insoportable en los últimos tiempos. El Estado, bajo su agenda conservadora, aprobó muchas leyes y regulaciones acerca del aborto, las cesáreas, la venta y el uso de alcohol y hasta el color del lápiz labial que usan las sobrecargos de aviación.
La gente que marchó hacia el centro de Estambul demanda su derecho a vivir libremente y recibir justicia, protección y respeto del Estado. Exigen estar involucrados en las decisiones que influyen sobre la ciudad en la que viven.

Sobre la rebelión en Turquía

Manifestantes en las calles de Estambul - Foto: Desinformemonos


Lo que recibieron en vez de eso fue fuerza desproporcionada y una gran cantidad de gas lacrimógeno disparado directo contra sus rostros. Tres personas perdieron los ojos.
Aun así, siguen marchando. Cientos de miles se les unieron. Miles más atravesaron el puente Bosporus a pie para apoyar a la gente de plaza Taksim.
No hubo periódicos ni canales de televisión para reportear los eventos. Estuvieron ocupados cubriendo las noticias sobre Miss Turquía y “el gato más extraño del mundo”.
La policía siguió cargando contra le gente y rociándolos con gas pimienta, en grado tal que gatos y perros murieron envenenados.
Las escuelas, hospitales y hasta los hoteles cinco estrellas alrededor de la plaza Taksim abrieron sus puertas a los heridos. Los doctores llenaron los salones de clases y los cuartos de hotel para dar primeros auxilios. Algunos policías se negaron a atacar a la gente inocente con el gas lacrimógeno y abandonaron sus puestos. Alrededor de la plaza se colocaron jammers para evitar la conexión a internet, y las redes 3G fueron bloqueadas. Los residentes y dueños de negocios del área proporcionaron internet gratuito a la gente en las calles; los restaurantes ofrecieron comida y agua gratis.
La gente en Ankara e İzmir se reunió en las calles para apoyar la resistencia en Estambul. Los principales medios de comunicación siguieron mostrando a Miss Turquía y al “gato más raro del mundo”.
***
Estoy escribiendo esta carta para que ustedes sepan lo que está sucediendo en Estambul. Los medios de comunicación no les van a contar nada de esto. Al menos, no en mi país. Por favor, publiquen tantos artículos como puedan en internet y difúndanlo por el mundo.
Mientras publicaba artículos para explicar lo que pasa en Estambul en mi página de Facebook, anoche alguien me preguntó: “¿Qué esperas ganar quejándote de nuestro país con los extranjeros?”
Este blog es mi respuesta para ella.
Por “quejarme” de mi país espero ganar: Libertad de expresión; respeto a los derechos humanos; control de las decisiones que conciernen a mi cuerpo; el derecho a reunirme legalmente en cualquier parte de la ciudad sin ser considerado terrorista; pero sobre todo, al difundir la palabra con ustedes, amigos que viven en otros países, espero conseguir su atención, apoyo y ayuda.
Por favor, difundan la información y compartan esta publicación.
Fte.: Desinformémonos 3 junio 2013
EL RINCÓN DE ANAHÍ

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