El progreso fomentado por la revolución industrial y después por los avances tecnológicos inauguró una nueva era en la que la sociedad optó por la seguridad de la producción y el enriquecimiento económico antes que por la libertad del desarrollo individual y colectivo basada en la ética de la fraternidad e igualdad y la necesidad espiritual que limitó por lo tanto su capacidad potencial creativa y puso al servicio del mercado su fuerza de trabajo para poder sobrevivir.
La supervivencia es un producto de la sociedad de la seguridad y la antítesis de la libertad individual y colectiva.