Revista Toros

Sobre los aficionados

Por Malagatoro

Sobre los aficionados

Del artículo de Álvaro Suso “La reacción del aficionado”, publicado en EL País:

“…El aficionado es despreciado sistemáticamente porque debilita el sistema económico establecido para que los festejos sean rentables. La tesis de que si solamente acudiesen a los toros los denominados entendidos las entradas serían tan pobres que no se sostendría el espectáculo, provoca que el aficionado quede arrinconado, y la importancia la cobre el público desconocedor de los valores de la fiesta.

Los protagonistas, toreros, empresarios y ganaderos, se encuentran inmersos en un sistema que funciona para recoger frutos de los festejos, pero lo cierto es que no hay ninguna estrategia para generar entre el público nuevos aficionados.

El aficionado es necesario. Es el que siempre está, quien se preocupa por la actualidad, por los detalles y por los valores que cada estamento representa. Pero es incómodo, porque conoce y tiene criterio, y si las cosas no se hacen bien, protesta.

Por contra, el público es ocasional, carece de interés y solo busca divertirse sin capacidad crítica, pero se desmarcará cuando halle otro espectáculo que cuadre en su agenda o cartera.

Además, se trata al aficionado como un ser extraño, caprichoso y que no desea disfrutar en la plaza. Recibe ese estigma cuando la realidad es totalmente diferente, pues lo único que el aficionado hace es pelear contra el entramado instaurado por los profesionales que se aleja de los heroicos valores en los que se basa la fiesta.

Así, resulta cada vez más habitual que los aficionados se ausenten de los tendidos de Vista Alegre, por ejemplo. Algunos han optado por seleccionar sus entradas y no comprar todo el abono, con lo que evitaron los absurdos días de las figuras, en los que el espectáculo carecía de toros. Otros han optado por la televisión, como medio de respuesta a los excesos de unas ferias similares y carentes de novedades.

Esos que han sacrificado su tradicional peregrinación a Vista Alegre son los mismos capaces de recorrer 200 kilómetros para ver una novillada en un pueblo o reunirse en torno a un torero durante el invierno.

Ese aficionado es el que los protagonistas deberían cuidar, porque esa persona es fiel, mientras que atender al público supone lo que se ha empezado a ver este verano en las plazas vascas, donde la crisis y la variada oferta de espectáculos lleva a otras elecciones y el número de espectadores baja…”


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