En La Ribera hubo un tiempo en que el olivar se araba para airear la tierra. La llegada del tractor y de la mula mecánica supuso un alivio, sobre todo en besanas de cierto tamaño. Muchos olivos y pequeñas parcelas cayeron en el abandono por la despoblación, siendo presa fácil de zarzas y enredaderas. Los pies de los olivos se labraban con azadón, en primavera, para evitar que la hierba se apoderase de los nutrientes del terreno.
Ahora los herbicidas sustituyen la labra del pie dándole un aspecto fantasmagórico a la besana. Desconocemos hasta que punto la normativa de
Parque Natural que rige la Sierra Norte permite y de que manera el uso de
pesticidas,
herbicidas,
insecticidas,… en la agricultura. Tampoco tenemos criterio sobre la incidencia de esos productos en olivos centenarios.
No estamos en contra de la tecnología ni de los nuevos métodos de cultivo. Solo nos preocupan sus efectos a medio/largo plazo. Quizás la rentabilidad que ahora se percibe de inmediato no sea tal.
¡Y teníamos que decirlo!
Lar-ami
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