Las etiquetas de los vino son fundamentales para saber que bebemos
Cuando no se conoce mucho de vinos, puede suceder que uno no sea capaz de apreciar todas sus cualidades. Se tiende a creer que la solución está en la contraetiqueta, pero ahí se cae en la trampa del jeroglífico que pretende describir el vino en cuestión. Aquí te ayudamos a entender un poco que quiere decir cada palabra.
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Para evitar marearte antes de siquiera probar un sorbo, nada mejor que entender de qué te están hablando las bodegas cuando dicen que el vino que vas a tomar "es redondo" o "tiene bouquet". A continuación, un listado-traductor para que no te pierdas con las expresiones más usuales de las etiquetas:
Brillo: se tiene en cuenta, sobre todo, en los vinos blancos o espumantes. Más brillante se ve el vino, más limpio está: esto significa que no tiene materias nadando en él.
Lágrimas o piernas: un descriptor que pudo haber creado Luis Alberto Spinetta. Son los rastros que deja el vino en el cuerpo de la copa después de hacerlo girar por ella. Al poner la copa recta se podrá ver si fluyen rápida o lentamente.
Cuerpo: no es que tenga un lomazo. Un vino tiene cuerpo cuando tiene fuerza y peso en boca, es decir que dura en el paladar, conteniendo un buen porcentaje de alcohol.
Amable: es la primera sensación que se percibe cuando el vino que se introduce en la boca es de una estructura que no impacta de golpe y que es menos alcohólica (aunque más amable es quien invita el vino).
Redondo: cuando escuchamos esta palabra de la boca de un especialista no se está refiriendo al ex mediocampista del Real Madrid ni se trata de un fanático de los Redonditos de Ricota. Quieren decir que los 4 principales sabores (salado, dulce, amargo y ácido) se encuentran medianamente balanceados o parejos.
Persistencia: no estamos frente a nuestra pareja repitiéndonos que ya está bien lo que hemos bebido; esto tiene que ver con el tiempo que dura lo que sentimos del vino en nuestra boca. La persistencia va de media, baja a alta, dependiendo de lo que tarde en irse la sensación en nuestra boca.
Elegante: aunque elegante es para mí Gino Bogani, para varios especialistas también puede serlo el vino cuando, además de estar equilibrado, da notas delicadas en nariz y boca.
Crianza: ni pedigrí ni buena familia. Se habla de crianza cuando un vino pasó tiempo en una barrica o tonel y en botella. Este paso del tiempo le da un mínimo aporte de oxigeno y también le otorga aromas provenientes de la madera.
Amplio: el vino puede ser amplio tanto en aromas como en sabores, generando varias sensaciones al mismo tiempo. Nada que ver con la tolerancia o las ideas políticas.
D.O.C.: Denominación de Origen Controlado. Varias veces vimos esta sigla pensando que se trataría de algún doctorado, pero no, es la región o una zona geográfica determinada y limitada donde se encuentran las cepas que dan origen a ese vino, con la intención de proteger las características del producto de esa región.
Joven: esta expresión está últimamente muy de moda: se denominan jóvenes a los vinos que ya salen de la bodega listos para ser tomados y que no soportan un tiempo de guarda.
Aterciopelado: si bien suena a letra de bolero, se trata de la sensación que deja un vino cuando, por el transcurso del tiempo, pierde algo de su aspereza original al suavizarse sus taninos, dando una sensación más suave en boca.
Bouquet: sólo pueden tenerlo los vinos con crianza, ya que es el aroma que se genera con el paso del tiempo. Un vino con bouquet ofrece aromas como el tabaco y cuero, por ejemplo
Fuente: planetajoy