Revista Psicología

Sobrevivir a la vuelta de vacaciones

Por Centro Psiconet

Toca decir adiós al aperitivo en la playa, a las pamelas interminables, al turismo contrarreloj de los viajes organizados y a pasar más tiempo en el agua que en tierra.

Volver a nuestra ciudad suele traernos una sensación de irrealidad y desubicación. Mientras caminamos con la maleta nos fijamos en nuestro barrio y se nos hace raro estar de regreso, como si en lugar de quince días hubiésemos pasado fuera varios meses. Entramos en casa y la sensación se repite: ¿Esto estaba aquí? ¿Siempre ha habido este espacio?

 

Y claro, si nos sentimos así, pensar en la vuelta al trabajo no mejora la situación. Visualizamos los madrugones, la avalancha de emails o el café de máquina y automáticamente nos sentimos algo apáticos y desganados.

¿Es esto normal? Sí y no.

 

Qué es el síndrome postvacacional

Se trata de una dificultad para adaptarnos a la vuelta a la rutina, pero al igual que otro síndrome del que hablamos en este blog hace unos meses (el Síndrome Premenstrual), la variedad de síntomas hace que sea difícil su clasificación y diagnóstico.

Sentir añoranza y desgana con la vuelta a la “vida real” es normal, la diferencia radica en la intensidad y duración de nuestros síntomas y en cómo influyen en nuestro comportamiento.

Según el psicólogo y profesor Fernando Miralles, las personas con mayor riesgo de sufrir el síndrome son aquellas que ven su trabajo como algo negativo, una fuente de estrés, conflictos, o condiciones laborales con las que están insatisfechas y con los que se tendrán que reencontrar tras el periodo de descanso.

¿Cuáles son los síntomas?

– Ansiedad

– Estrés

– Apatía

– Irritabilidad

– Desgana

– Tristeza

– Dificultades de concentración

– Fatiga

– Insomnio

– Dolores musculares y de cabeza

– Problemas digestivos

– Falta de apetito

¿Qué podemos hacer?

–  Pasar los últimos 2-3 días de las vacaciones en nuestra ciudad: Así podremos acostumbrarnos a nuestra vida habitual en lugar de reincorporarnos al trabajo sin apenas habernos instalado.

Hacer recados, planes tranquilos, volver al gimnasio…

Encender el despertador: En vacaciones nos olvidamos de horarios. Nos levantamos tarde, trasnochamos…

Un truco para adaptar también nuestros ritmos circadianos es madrugar varios días antes de la vuelta al trabajo.

Ajustar la carga de trabajo: Como todo periodo de adaptación, el progreso tiene que ser paulatino para poder reengancharnos al ritmo que llevábamos antes de las vacaciones.

Sabemos que no siempre es posible, pero no cargarnos durante los primeros días  planteándonos objetivos realistas es muy importante.

Rutina no es sinónimo de aburrimiento: Todo abanico tiene sus dos caras y por eso la vuelta a la realidad también tiene aspectos muy positivos. Pensemos en las pequeñas cosas que nos gustan y hagamos esos planes para que no todo sea tan malo como creíamos.

– ¿Síndrome postvacacional o sufrimiento encubierto? Según los expertos, estos síntomas duran aproximadamente dos semanas. Si pasado este tiempo seguimos encontrándonos mal lo ideal sería pedir ayuda profesional, ya que podría tratarse de algo más complejo que no se justificaría únicamente por volver de vacaciones.


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