Más de un millón de personas participó en la manifestación del Orgullo LGTB de Madrid
Por Lourdes BermejoFotos: Octavio Caraballo
El final de las celebraciones del Orgullo LGTB nos dejan esa melancolía que sólo entienden los mozos pamplonicas cuando cantan el 'Pobre de mi' en los Sanfermines. Tras las risas, los encuentros, la emocionante manifestación y las polémicas, que en Madrid siempre están relacionadas con los obstáculos de las administraciones locales, llega el temido momento del adiós. Se fini.
Silencio. Abulia. Nuestros oídos quedan sordos después de haber oído tantísimo ruido, música y consignas. 'Peras, peras, manzanas, manzanas, me acuesto con quien me da la gana' 'Yo soy maricón maricón maricón' o la activista 'no es orgullo gay, es LGTB' todavía resonarán en nuestras cabezas mientras hacemos la maleta para volver a nuestra ciudad con un resacón de muerte y una sonrisilla en los labios.
Salud e Igualdad por Derecho fue el lema de esta edición
Y al final, cuando hemos discutido hasta la extenuación si el mensaje de la fiesta como reivindicación no estará equivocada, echamos un vistazo a las fotos hechas con el móvil y a las informaciones aparecidas en los medios. Yo lo hice esta mañana. Ví un bebé rubito de año y medio, a los hombros de su padre, que se partía de risa dando con un globo multicolor en la cabeza a un oso vestido con un taparrabos de cuero, que le devolvía la risa.La fiesta se extendió por todo el centro de Madrid tras la celebración de la manifestación
Ví una panda de teenagers indies que besaban a sus parejas hetero enarbolando una banderita LGTB. Ví a unos sevillanos desgañitándose cantando Señora al paso de un travestido igualito a La más grande. Ví a una mujer transexual chilena, que ayer alababa la tolerancia española, abriendo con la cabeza bien alta el paso del colectivo Triángulo. Ví mucha alegría sin dobleces ni prejuicios. Ví a una sociedad divertirse sin juzgarse. Y pensé 'Pobre de mi, que se acabó la fiesta del Orgullo LGTB'.La "más grande" no se perdió la cita del Orgullo
Cari, de la Fundación Triángulo, enarbola la bandera del colectivo transexual