Revista Cultura y Ocio

Sociabilidad masónica

Por Ritofrancesmoderno

 

copas de cristal

 

Despega el nuevo curso masónico. Ideas que cristalizan, proyectos que cobran forma, líneas maestras que continúan la obra de la Francmasonería, e –inevitable- propósitos. Un Hermano muy divertido me comenta que se ha prometido a sí mismo no hablar de Masonería entre cervezas. No sé si lo conseguirá: me lo dijo entre cervezas y hablando de las Constituciones de Anderson.

Los masones somos muy dados a lo que algunos dan en llamar socialización. De hecho, dicen que la Masonería conlleva una especial e intensa sociabilidad. Puede, sí. A mí personalmente hay una cosa que me carga bastante, y es hablar de la Orden, del Taller, de lo iniciático… a cada instante. Conste que lo comprendo perfectamente: nos vemos menos de lo que nos apetece y deseamos aprovechar esos momentos privilegiados de fuera del Taller para aquilatar lo vivido y estudiado. No obstante, a veces resulta comprometedor para algo tan masónico como es la discreción.

Efectivamente, en más de dos ocasiones he podido constatar de qué modo algún maestro masón, poseído de masónico fervor, ha podido saltarse grados y gradas y, ante Aprendices recién iniciados, cuestionar decisiones del Taller, desgranar un rosario de problemas de la Francmasonería continental, incluso criticar disciplinas y usos de una Logia distinta a la suya. Los Aprendices estaban perplejos. No había forma de hacer callar al maestro, transido de apostólico furor… Esto hace daño a la Logia, a los Hermanos, a la Orden en general.

Siempre recordaré, siendo yo Compañero masón, cómo durante una comida se acercó a mi mesa un gurú masónico de estos que pululan por las Españas y, sin más acá ni más allá, se puso –catavino en mano- a criticar ferozmente a una Obediencia masónica que no es la suya. Aquel santón cubierto de brillos, medallas e indiscreción olvidó cosas importantes. ¿Socialización?

No digo que no hablemos de Masonería fuera de Tenida, pero con tiento, mesura y sabiduría; esto es, teniendo en cuenta que aquellos con quienes hablamos pueden encontrarse en un momento del proceso masónico distinto del nuestro y que nos podemos cargar algo que otros, con celo y esmero, han comenzado. En segundo lugar, que pueden ser de un Taller que no es el mío. En tercero, que he prometido discreción.

¡Larga vida a la socialización!

 


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