Space the final frontier. These are the voyages of the starship Enterprise. Its continuing mission…. To explore strange new worlds… to seek out new lifes and new civilizations… to bodly go where no man has gone before.
Mi amigo John, que es canadiense de madre española, me dice siempre lo mismo, “no había peor momento para mí que cuando veníamos a España en los ’60 a ver a la familia de mi madre. Era como ir para atrás un siglo”. Yo entiendo a John, para mí ir al pueblo de mi madre era exactamente lo mismo aderezado de estrujamientos y besos de parientes desconocidos y preguntas del tipo “¿y tú de quién eres?”.
Y es que la España del tardofranquismo era más bien aburrida y ñoña, de UHF y la primera cadena, de Marisol y Pili y Mili, de Eurovisión como un problema nacional y de la demostración sindical del 1º de mayo en la que los sindicatos verticales hacían pública exposición de proezas gimnásticas de sus afiliados y de bailes de coros y danzas multitudinarios en el Santiago Bernabeu. En una especie de demostración al estilo de Corea del Norte pero en plan “España cañí”.
Sin embargo, una vez por semana la cosa cambiaba. Una vez por semana mi hermano y yo viajábamos a las estrellas desde la pantalla en blanco y negro de nuestro televisor Telefunken. Comenzaba una sintonía futurista y una voz en off con acento latino hablaba de los viajes de la nave estelar Enterprise. Y mi hermano y yo, sentados con la boca abierta en el comedor del hostal de nuestro padre, entrábamos por aquella puerta al maravilloso mundo del inquieto capitán James Tiberius Kirk, el lógico señor Spock y el apasionado doctor Mc Coy (1).
En 1966, para nosotros en España con dos años de retraso, el sueño de un hombre llamado Gene Roddenberry(2) abrió las puertas del Universo a toda una generación. Con su maravillosa utopía a cuestas, un futuro pacífico o casi, en el que el ser humano superaría todas sus diferencias y se enfrentaría a los misterios desconocidos del espacio, uniéndose a otras sociedades extraterrestres para formar una Federación Unida de Planetas y su brazo armado la Flota Estelar, en defensa de la democracia y la justicia, en la búsqueda de nuevos mundos y de nuevas civilizaciones.La serie estuvo en antena hasta 1969, sólo tres años, y sin embargo se convirtió en un fenómeno mundial, que no sólo divertía sino que hacía pensar y que pasaba de contrabando temas que si no hubieran estado ambientados en el siglo XXIII no hubieran atravesado el tamiz de la censura.
Star Trek tenía un canon, un conjunto de normas, una especie de manual de estilo idea de Roddenberry. En el canon se dejaba muy claro que no había diferencias entre las personas, sin distinción de credos, razas – por supuesto en este caso también especies - o género, que la democracia era la forma de gobierno del futuro. Se promovía la tolerancia, la diplomacia y la negociación – la multilateralidad diríamos hoy - y, sólo sí el alienígena era muy bestia como los “Klingons”, se podía recurrir a la violencia legítima. Se ponía al progreso científico y a la tecnología como motor de todos los avances sociales sin el más mínimo resquicio por el que se colara la intervención divina. Todo esto era mucho para la Españade entonces y sólo era admitido porque se trataba de una nave espacial en un futuro muy lejano. Pero era mucho, en algunas ocasiones, incluso para la sociedad norteamericana del momento.
La serie se mantuvo en antena durante tres años, pero creó un grupo de seguidores que la convirtió en una serie de culto. Se repetía y se volvía a repetir en las cadenas norteamericanas hasta que en un primer el paso saltó al cine y luego, veinte años después volvió a la televisión bajo un nuevo formato: “La Nueva Generación”. Y después, más películas y más series, “Espacio profundo 9”, “Vogayer” y “Enterprise”. En total, cuatro series de televisión con un total de 28 temporadas en antena, una serie de dibujos animados y 11 películas. Actualmente se está rodando la duodécima.
A mi las películas de Star Trek en general no me gustan demasiado, las veo y me entretienen pero son corales en exceso. La serie tiene una galería de personajes, demasiados para una película, así que se les intenta dar protagonismo a todos pero no es materialmente posible con lo que el argumento queda descafeinado, disperso y los personajes difuminados, sin carácter dramático. En cambio, las series son extraordinarias, no todos los episodios es verdad, pero algunos de ellos – sobre todo de “La Nueva Generación”que marca la cumbre del universo Star Trek – están entre las obras maestras de la ciencia ficción.
Pero vamos a hacer un análisis de las bases sociales de este fantástico conglomerado cultural norteamericano y, por difusión o por colonialismo cultural, mundial. El antropólogo norteamericano Conrad Philip Kottak en sus libros “Prime-Time Society: An Antropological Analisys of Television and Culture” y “Antropología: Una Exploración de la Diversidad Humana” ha analizado el fenómeno de Star Trek como una transformación del mito norteamericano de los orígenes. El mismo mito que aparece en la imagen de la fiesta distintiva norteamericana del día de Acción de Gracias, fiesta que une a todos los norteaméricanos, blancos o negros, cristianos, judíos o musulmanes. Ésta última sitúa el mito en el pasado y Star Trek lo sitúa en el futuro.
Este mito al que hace referencia Kottak es el de la sociedad asimiladora, aglutinadora, crisol de culturas y razas; y, ¿qué es si no la sociedad norteamericana?, una sociedad que se funda sobre la unidad en la diversidad. Anglosajones, irlandeses, alemanes, italianos, polacos, afromericanos e hispanos, entre otros. Pero, yo iré más lejos que Kottak, ¿qué es si no el mundo actual?, un crisol. La globalización – que tiene muchas cosas negativas – ha acercado las culturas unas a otras, aunque no siempre por el mejor camino. No es extraño que un producto como la saga Star Trek sea un éxito mundial.
Incluso el nombre de la nave estelar, Enterprise, es simbólico. En primer lugar porque han sido ocho los buques de la armada de los Estados Unidosque han llevado el nombre y, en segundo término, porque esta palabra en inglés – y también en castellano - tiene un sentido de empuje, de iniciativa y no olvidemos el concepto de libre empresa (“free enterprise”), básico en la ideología norteamericana.
Ya la tripulación de la serie original era un crisol, perfectamente elegidos entre etnias y credos, fue la primera serie de televisión – hoy en día lo hacen todas - que buscó ese tipo de equilibrios. Al parecer el capitán James Tiberius Kirk estaba basado en el capitán británico James Cook que buscaba también nuevas tierras y civilizaciones. El segundo nombre del capitán, Tiberio, recuerda un nombre común de los emperadores romanos, pequeño homenaje al mayor imperio occidental de la antigüedad y del que los Estados Unidos siempre se han sentido un poco tributarios, con lo que no deja de ser curioso que sean sus vecinos del sur los que se autocalifiquen de latinos. Kirk era el representante de los anglosajones dominantes. McCoy y Scotty, irlandés y escocés, representaban segundas oleadas de emigración. Sulu era el representante de los asiáticos norteamericanos asimilados con éxito. Uhura, de raza negra, era un personaje que pertenecía a dos colectivos muy discriminados todavía en los ‘60, las mujeres y los afroamericanos.
En la tripulación también está representada la idea de lo irresistible de la cultura norteamericana y de sus instituciones, que sobrepasan los límites del mundo occidental y “conquistan” al gran enemigo de entonces, la Rusiasoviética. El oficial Chekhov es el representante de esa nación que al final caería seducida y atrapada por la expansiva cultura norteamericana. En esto Star Trek se adelantó veinte años a la caída del Muro de Berlín. Y esta cultura triunfante, ya como representante de una cultura planetaria unificada, seduce también al señor Spock que, a pesar de su lógica y de sus críticas ligeras a la sociedad humana, sucumbe a su encanto y se alista en la Flota Estelar.
Aprendemos de esta manera que los valores asimiladores, con el tiempo, no sólo gobernarán la Tierra, sino que se extenderán a otros mundos y que la Federación Unida de Planetas será hija legítima de la gran federación americana actual. Y en el paroxismo de esta identificación todas las naves de la Flota Estelar llevan el prefijo "USS" que es el mismo que usa la armada de los Estados UNidos para identificar todos sus buques.En “La Nueva Generación”, la segunda serie de la saga, la tripulación se adapta a los cambios sociales habidos en la sociedad norteamericana en los veinte años transcurridos desde que la serie original terminó su emisión. Tenía que representar a una sociedad más profesionalizada, más especializada, con sectores de población más integrados y esto se reflejó en la mayor especificidad y diversidad de los papeles.
El capitán del navío estelar es francés, Jean Luc Picard, apellido de resonancias científicas y exploratorias(3). No es casualidad la nacionalidad del comandante de la nave, es un reflejo de esa relación especial a medio camino entre el amor y el odio que siempre ha habido entre Francia y los Estados Unidos. Una mezcla de admiración mutua sazonada de cierto desdén compartido pero que a la hora de la verdad hace que Francia sea la única nación de Europa que los norteamericanos respetan realmente. Por esta misma razón es París la capital política de la Federación(4).
Jean Luc Picard, es un personaje culto, refinado, arqueólogo aficionado y lector compulsivo. Que proviene – como no siendo francés – de una familia de viticultores. Pero solo es francés en los detalles, en lo esencial está domesticado culturalmente y habla, en la versión original, con un inglés británico shakespeariano (5).
Como personaje Picard es mucho más sensato que su antecesor (6), la figura del hombre romántico de acción la hereda el primer oficial Riker que es el norteamericano mujeriego, jugador, un poco golfo pero oficial y caballero al fin y a la postre.
El personaje de Spock se divide también en dos. Por un lado su mestizaje humano-alienígena lo hereda el oficial Worf, humano de adopción, klingon de nacimiento. Aunque en vez de lógica Worf manifiesta una tendencia prácticamente descontrolada hacia la pasión, el valor, la fuerza y el honor, valores todos ellos de la cultura Klingon, a medio camino entre el caballero medieval y el “hooligan”(7).
El lado lógico de Spock lo recoge el personaje más entrañable de la serie, el teniente Data, un androide – único en su especie – que es una figura cuyo origen hay que encontrarlo más en Asimov que en Roddenberry. Son de Asimov su mente positrónicay su eterna aspiración a ser humano que tan magistralmente describiera este autor en su “Hombre Bicentenario”.
En esta puesta al día de la tripulación, “La Nueva Generación”,presenta personajes principales de raza negra, femeninos y con minusvalías físicas. La parte sanitaria de la nave está en manos de mujeres, la consejero Deanna Troi – una especie de psicóloga empática por llamarlo de algún modo – y la Doctora Crusher – jefa médica de la nave -.
Se propone, en un puesto vital para la nave, a una persona con una minusvalía. El teniente La Forge, aunque ciego, ve cosas que el resto de la gente no puede ver, gracias a su visor especial. Su visión mecánica expresa la característica fe norteamericana en la tecnología.
En “La Nueva Generación”, incluso los niños y jóvenes tienen su representante, un sector de la población que actualmente tiene una influencia económica notable a través de sus padres, situación que hace cuarenta años no se daba o, al menos, se daba en mucho menor grado. Este representante es el Alferez Crusher, hijo de la doctora, y que nadie se explica – con lo exigente que es la Flota Estelar para lo suyo – que siendo un niño ande como Pedro por su casa en el puente de mando del buque insignia de la Flota.
En las series posteriores sigue apreciándose esta adaptación de las tripulaciones a los cambios sociales, las personas de raza negra y las mujeres siguen ganando posiciones. En “Espacio Profundo 9” (1993-1999), una historia de una estación espacial en los límites de la Federación, el comandante es de raza negra algo que ya es normal en el ejército norteamericano. Y en “Voyager” (1995-2001), la historia de una nave perdida en la inmensidad del Universo y de su odisea hasta el regreso a la Tierra, es comandada por una mujer, la capitana Janeway - que además es ascendida a almirante en la película “Star Trek 10 Némesis”- y que tiene la ayuda de un primer oficial de origen indio americano.
La gran asignatura pendiente en Star Trek es un personaje principal del origen hispano. Una serie que se ha esforzado por aglutinar las culturas que componen los Estados Unidos se ha olvidado de la minoría más importante. Quizás como castigo a la competencia que la cultura hispana representa para la cultura dominante anglosajona. El resto de las minorías están asimiladas y no representan un peligro, la cultura hispana tiene pujanza y el idioma español está cada vez más presente luchando por su cooficialidad en varios estados. No se me ocurre otra explicación (8).
Tampoco recuerdo personajes italoamericanos de importancia, comprendo la queja constante de este colectivo acerca de que sólo se les asocia a la mafia y, si son honrados, a las pizzerías.
Pero no sólo se adaptó la tripulación a los cambios sociales, también los guiones. Con “La Nueva Generación” se abordan temas como la homosexualidad, el feminismo, la caza de brujas por motivos políticos, la supervivencia de la justicia y de las libertades – adelantándose también en esto veinte años a los problemas surgidos a partir del 11-S – cuando peligra la seguridad del Estado. Todo ello en algunos episodios que para mí son obras maestras de la ciencia ficción y de la televisión puestas al servicio de la educación del ciudadano en los valores políticos democráticos.
Durante la emisión de esta serie, fallece Gene Roddenberry. Y se va notando como el canon que él defendió, se va modificando poco a poco. Por un lado la Federación ya no es el organismo perfecto, se hace más humano, admite fallos, abandona a colonos – ciudadanos de la Federación – con el fin de estabilizar las fronteras con uno de los imperios rivales, como hacen nuestros gobiernos con nosotros en aras del pragmatismo político. Guarda en su seno, agencias de inteligencia – como la Sección 31 – que escapan al control de la Flota Estelar y que realizan operaciones encubiertas que no están en consonancia con los valores democráticos. La misma Flota Estelar pasa de ser una organización de exploración y seguridad equivalente, según los propios manuales de la serie a la Guardia Costera de los Estados Unidos, a ser un cuerpo militar más cercano a la marina de guerra.
Para mí el relato gana en realismo, pero por otro lado, a largo plazo, la pérdida de vigencia del canon hace que se pierda coherencia en algunos aspectos, ya que éste mantenía cierta unidad argumental entre episodios y entre series distintas. De hecho, la última serie “Enterprise”, que curiosamente cronológicamente sería la primera, a veces no parece una serie del universo Star Trek.
¿Pero cómo es posible que, preconizando valores casi exclusivamente norteamericanos, la serie hay tenido ese éxito mundial?. La respuesta, al menos parcialmente, está en el fenómeno de la americanización.
En su nivel más general la americanización es un término que describe la influencia de Estados Unidos, sus normas, sus valores, estructuras e instituciones en el resto del mundo.
El poder de difusión cultural de los medios de comunicación modernos ha dado a los Estados Unidos una herramienta extraordinaria para la expansión de sus valores y creencias que no han dispuesto otros poderes globales que les han precedido en la historia. De forma que la mitad de la humanidad se queja de la invasión cultural y la otra mitad se deja seducir por sus iconos y a veces, ambas cosas a la vez. Así que muchos de nosotros consumimos Star Trek como nos ponemos pantalones vaqueros, nos sientan bien, nos gustan, olvidando de donde vienen.
De todas formas, independientemente de la ideología subyacente en el canon estartrequiano, el mensaje final es muy positivo, es optimista para con el ser humano, que sería capaz en el futuro de resolver todos los problemas actuales de desigualdad, afán de lucro – en la sociedad concebida por Roddenberry no existe el dinero -, hambre, ecología, discriminación, desunión y conflicto permanente. Permitiéndole afrontar con decisión los problemas que sin duda se encontrará el homo sapiens cuando explore el Universo. Y eso señoras y señores, que no me lo acabo yo de creer, lo firmaba ahora mismo por triplicado aunque estuviera condenando a mis descendientes a seguir los patrones culturales norteamericanos durante varias generaciones.
Juan Carlos Barajas Martínez
Este artículo tiene su continuación en "Sociología en Star Trek II. Los seguidores" en el que se hace un análisis de los movimientos de fans de la saga. Notas
- Otra serie que nos transportaba a un mundo de fantasía de extraterrestres, nazis irredentos deseosos de un cuarto Reich, maravillosas orquídeas inteligentes y venenosas era "Viaje al fondo del mar". Las aventuras del submarino nuclear "Seaview" y su comandante el almirante Nelson. Mi tributo también a esta serie en nombre de aquel niño que una vez fui.
- Biografía de Gene Roddenberry
- El apellido Picard es prácticamente el mismo que el de los científicos y exploradores suizos Auguste y Jacques Piccard. Curiosamente Auguste Piccard sirvió también de modelo a Hergé para el personaje del profesor Tornasol de su obra maestra, el cómic Tintín.
- Y la sede del cuartel general de la Flota Estelar la puso Roddenberry en San Francisco.
- De hecho el actor Patrick Stewart es un actor británico de teatro clásico inglés.
- Hay todo un debate entre los seguidores de Star Trek sobre este asunto. El capitán Kirk se apuntaba a un bombardeo, en cambio, Picard era mucho más reflexivo y dejaba a Riker el control de las misiones de campo. A mí me gusta más Picard.
- Es realmente curioso pero si analizamos la sociedad Klingon tal y como nos la describe la saga Star Trek sería prácticamente imposible su desarrollo tecnológico y su supervivencia como sociedad. En una sociedad tan guerrera, ¿quién sería científico?, ¿quién ingeniero?, ¿cómo se mantendrían sus instituciones si todo se arregla a mamporros?, imaginaos a Rajoy defendiendo su cargo a tortazos.
- Algunos seguidores de Star Trek me dirán que sí hay una hispana en “Voyager”, la teniente B’Eleanna Torres pero a mi no me lo parece, es más, mi hijo mayor y yo nos preguntábamos si “Torres” era la palabra castellana o era una casualidad. El personaje era mitad klingon mitad humana, y de su mitad humana no se traslucía la más mínima identidad cultural hispana, en contraste con Chakotay, indio americano, que estaba todo el día con pose de chamán.
Antropología: Una exploración de la diversidad humana
Conrad Phillip Kottak
Editorial McGraw-Hill
Madrid 1999
Star Trek
La Nueva Generación
Guía de Episodios
Carlos L. García Aranda, Patricia Forde y otros
Alberto Santos Editor
Madrid 2000
Star Trek
The Next Generation
Writers' Technical Manual or "yes, but which button do I push to fire the phasers?"
Rick Sternbach y Mike Okuda
Fourth Season Edition
Paramount Pictures 1989-1990
Star Trek
Voyager
Writers' Technical Manual or "yes, but which button do I push to fire the phasers?"
Rick Sternbach y Mike Okuda
First Season Edition
Paramount Pictures 1994
Telemanía
Antoni Capilla y Jordi Solé
Salvat Editores
Barcelona 1999
DedicatoriaA mi amigo John, montrealés, torontoniano, madrileño, roceño, mateño, ciudadano del mundo, el gringo más simpático que he conocido y probablemente conoceré.
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