Después del desaguisado que montó con Bang With Friends de hace unas semanas, les advierte: se ha instalado en el móvil la locura. Huyan. Por si rompe algo. Una familia feliz. China, dice. Porque en esta nueva app de mensajería instantánea no se pueden imaginar la de chinos que hay buscando diversión. Hay otros mundos pero están en éste. Wechat –una mezcla entre Line y Baddo- es una aplicación que cuenta con 300 millones de usuarios en todo el mundo, 230 millones, asiáticos. Tal vez por ello, muchas de las personas que buscan, llamémoslo, amistad sean de ojos rasgados.
Se instala la app para investigar, con fines netamente periodísticos, ya la conocen. Además de mensajería instantánea de texto, foto y vídeo hay una función muy jugosa: la geolocalización. Al darse de alta, una ha de facilitar sus preferencias en cuanto al fornicio, dice, amistad y en la función de “buscar amigos” comienzan a salirle todas las personas que la redonda andan enardecidas por mantener una interesantísima conversación sobre Nitzsche, pongamos por caso. Al ver a los usuarios no da crédito. Y de pronto, cae en la cuenta de que vive a escasos metros de dos restaurantes chinos.
Por la tarde, se va de compras al macrocentro comercial de Aldaia y, en la comida, le explica divertidísima a su chico que tiene la nueva app, ésa con la que supuestamente Leo Messi trata de dormir a su hijo mediante videollamada. El radar se pone en marcha y, estando tan cerca del polígono de Manises como están, los orientales que buscan una charla profunda sobre el sentido de la vida son legión.
No sabe qué le sorprende más. Que, tras 24 horas de haberse dado de alta, nadie le haya propuesto debatir sobre el Superhombre en lo que ya es, por definición, la Sodoma y Gomorra de las aplicaciones móviles o que haya una nueva generación de ciudadanos chinos que le hayan roto todos los esquemas mentales acerca de su filosofía de trabajo y relación con los demás. Cree que más lo primero. Para qué les va a engañar.