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Hay un poema de Alda Merini que habla de un sueño de amor, de besos ardientes, un perro lamiendo las heridas debajo de la mesa y de la alegría absoluta de un abrazo.
No imagino nada más expresivo de amor que el abrazo silencioso entre dos personas.
Estar enamorado, en mi humilde opinión, es estar vivo y ser apasionado en la vida.
Estar enamorados y amar para mí es casi lo mismo, digan lo que digan los estudiosos de la universidad de Syracuse. Puede que el amor tarde cinco segundos más. Lo otro que llaman también enamoramiento no es más que calentamiento global, y yo hablo de otra cosa.
Al primer instante -esos cinco segundos fatales- la sangre circula más rápido, un aglutinamiento de sentimientos y confusiones varias pelean en nuestro interior pugnando por estallar. Y sin querer un día de esos, el amor y su definición empiezan a invadirlo todo, el enamoramiento se expande. La felicidad se contagia, todo es más verde, más azul, más perfumado.
Químicamente nos volvemos más bellos y buenos. ¿Y qué importa si se origina en el corazón o el cerebro? Se siente de puta madre.
No creo en el fin del enamoramiento. Aunque todos los días –casi- encuentro adeptos que intentan convencerme de lo contrario. Así como cuando volvemos al mar luego de mucho tiempo y lo miramos embelesados como el primer día, así es que seguimos enamorados.
El estado ideal llega cuando a la exaltación y el burbujeo constante le suceden la paz que sostiene lo radiante de la situación, la calma que permite vivir esa felicidad a veces efímera de manera tal que soñemos con extenderla.
El amor es como un mediodía cálido en el mes de abril o como pan recién horneado untado con miel. Como esta carta que recién está pugnando por ser escrita, el guiño detrás de los anteojos, las hojas amarillentas de un libro de poesía, como dormitar en un sillón debajo del alero, como mirar el horizonte mientras se camina por el medio de las vías del tren. Es mirarse y reconocerse. Es cerrar los ojos y sonreír. Es el alma que sale a bailar con el alma del compañero. Es la complicidad. La palabra no dicha. Acurrucarse debajo de la manta. El chocolate caliente. El susurro que dice “tengo frío” en invierno. Es haber sido amado. Es seguir amando.
Y por qué no extender todo esto ¿Por qué no vivir enamorados, manteniendo la pasión, buscándola en las cosas que amamos? ¿Por qué optar por volvernos gruñones, tristes robots grisáceos que pugnan por sobrevivir en la jungla?
Hoy es un buen día para recordar que estuvimos enamorados, y que el amor llegó en el mismo instante en el que nacimos.
Sogno d’amore
Se dovessi inventarmi il sogno
del mio amore per te
penserei a un saluto
di baci focosi
alla veduta di un orizzonte spaccato
e a un cane
che si lecca le ferite
sotto il tavolo.
Non vedo niente però
nel nostro amore
che sia l’assoluto di un abbraccio gioioso.
Alda Merini
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