Javier Rico
Estamos concluyendo el curso 2018/2019, y con frases como la del titular nos dan señales de que hacemos las cosas bien, o al menos lo intentamos. Procede del colegio Ágora International de Villaviciosa de Odón, con el que por primera vez hemos salido este año con dos rutas, una en noviembre por el parque del Oeste y otra hace unos días por el entorno de su centro escolar hasta el río Guadarrama. Pero, claro, los grandes descubrimientos son las aves que por primera vez se encuentran los escolares en estas “aulas en los parques”.
Como nos ocurrió recientemente con el colegio Ciudad de Columbia en Tres Cantos, nada más salir, zas: buitre negro. Sí, fue una gran sorpresa para las profes y los escolares de tercero de primaria del colegio Ágora International con los que estuvimos recientemente, y más teniendo en cuenta que estábamos a cien metros de la puerta del centro escolar.
Pero, de nuevo, observar, identificar y ver de cerca a la paloma torcaz, con sus marcas blancas en el cuello y las alas, y poderlo hacer durante unos minutos, ya supone un descubrimiento de primera magnitud. Así lo entendieron este grupo tan majo de escolares, muy participativo, como nos gusta en Aver Aves, que sean ellos y ellas quienes nos advierten de un canto o un vuelo, aunque corresponde a una especie ya identificada.
De esta manera fue más fácil dar con un águila real, con una golondrina dáurica o con un petirrojo. No es lo mismo que solo vayan atentos el oído y la vista de los monitores que los de 27 personas más, por muy pequeñas que sean. Y eso que las urbanizaciones cercanas y los campos de golf ponen difícil bajar por barrancos y de una manera más natural al cauce que era nuestro destino, el río Guadarrama.
Es cierto que este tramo del río pone de su parte para hacer más atractivo el paseo. A los fresnos, olmos, sauces y álamos más pegados al cauce, añade una orla de vegetación exterior también de muchos quilates, con quejigos y arces de Montpellier completando el paisaje, por donde no dejan de aparecer los árboles típicos de esta zona: las encinas.
Lógicamente, entre estas densas frondas de ribera los mirlos y ruiseñores comunes, el pito real, la oropéndola y las currucas cabecinegra y capirotada encuentran un acomodo perfecto y paso a paso nos regalaban sus hermosas melodías, combinadas con el canto más precipitado, pero igualmente bonito, que hacía el pinzón vulgar entre las encinas y pinos cercanos.
Llegamos al final, al área recreativa Dehesa del Sotillo, y uno de los alumnos, Dani, nos regaló otra frase para la posteridad de Aver Aves: “Ayer estaba muy mal de la garganta, pero me tenía que recuperar porque yo sabía que esta ruta me iba a gustar mucho y he visto que sí”. Gracias Dani, y gracias a todos los alumnos y alumnas, profes, familias y resto de comunidad educativa del colegio Ágora International (especialmente a Cristina García) por confiar por primera vez en Aver Aves y resultar tan agradable la experiencia.
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