Revista Opinión

Solemne papel mojado

Publicado el 13 febrero 2014 por Lulesi

guindos

“Te tengo comparaíta

con el correo de Vélez

que en cayendo cuatro gotas

se le mojan los papeles”

 

Soleá flamenca.

 

La historia, en realidad, es una tomadura de pelo. Se hacen guerras,  revoluciones, luchas sociales o constituciones  para cambiar o conseguir algo, que en muy poco tiempo, desaparece, se desvanece. Solemne, desgraciado y recurrente “papel mojado”.

Perdonen la manera de señalar pero el artículo 35 de la muy ponderada Constitución Española consagra al “trabajo” como  un “derecho”. ¡Que se lo digan a seis millones de compatriotas!

El artículo 47 la toma con la vivienda y dice: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”. Fin de la cita.

Y digo, yo, ¿los que han desahuciado de su casa a 300.000 personas en los últimos cuatro años han leído la Constitución? Y en el colmo de la ingenuidad: ¿han regulado los poderes públicos algo para “impedir” la especulación? ¡Y no digamos lo de la “participación de la comunidad en las plusvalías!

Nuestra Constitución, fruto de una calentura, tras cuarenta años de cárcel colectiva, es un patético, solemne, aburrido, estéril, insolemnte y mentiroso “papel mojado”.  La igualdad ante la ley es un quimérico papel mojado.  El “estado de bienestar” es un borracho papel mojado. La transparencia en la financiación de los partidos políticos es un corrupto papel mojado. Los jueces, los fiscales, el Tribunal Supremo, el Constitucional, el de Cuentas, la soberanía del pueblo, la democracia y el chichi de la Bernarda, son macilentos, descoyuntados y oníricos papeles mojados

Nada, un encefalograma plano; el Congreso es  un letargo con calefacción central y gin-tonics baratos, el Gobierno es una chirigota con caspa, La Oposición unos grillos sin jaula, y al pueblo lo recortan, le aplican reducciones de sueldo y salarios mínimos y le dicen, en sede parlamentaria, que se joda.

El ministro del Interior, y del Opus, ha dado hoy una explicación, a dentelladas de sacristía, de cómo alguien que dice “amar la vida” produce por acción u omisión la muerte de quince prójimos, que en el colmo de la mala información confundían nuestras costas (y sus tricornios) con la “tierra de la libertad”.  Marca de la casa, “la marca hispánica”, pura materia de fe, que no provoca una suerte de remordimiento en los que viven en la comisión y el sobresueldo.

Con su pan, mojado, se lo coman.

 


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