Revista Cine
La glorificación del individuo
“Creo que odio a Gary Cooper. No, espera, lo que pasa es que es alto y muy guapo” (Homer Simpson)
Una de las mejores películas jamás realizadas (ocupa el puesto número 33 del AFI, justo por debajo de El padrino. 2ª parte), increíblemente innovador y personalmente el mejor western de la historia (si hablamos de un film dentro de la época, digamos, dorada del género: Sin perdón sería el equivalente moderno), tan americano como el pastel de manzana, el cual no ha perdido ni un ápice de su vigor y magnetismo. Su excelente creación del suspense gracias a un guión de hierro, realmente sin fisuras, más la excelente partitura musical y el bon faire de su excelente protagonista, Gary Cooper, la alzan a las mayores cotas del cine sin duda alguna. Cooper, todo un mito, no consiguió desbancar a John Wayne como máximo icono del género (y cuya Centauros del desierto me gusta muchísimo, pero esta me gusta todavía más) pero a cambio actuó en la cinta, seguramente, más popular del género más genuinamente americano y, para muchos, la mayor contribución de Estados Unidos a las artes en general (junto a la música jazz). También consiguió que todo el mundo cinematográfico recordara el nombre de Fred Zinnemann, hasta entonces un semi-desconocido cineasta al que este film le dio la oportunidad de realizar proyectos más ambiciosos, como el excelente melodrama De aquí a la eternidad (From here to eternity, 1953).
La trama es muy sencilla: Cooper es la ley en un pequeño pueblo (que debe retirarse y casarse ese mismo día con el personaje femenino de la función, Grace Kelly. Otro personaje de empaque dentro de la película es el de por aquél entonces joven Lloyd Bridges, recordado intérprete de los cómicos dípticos de Aterriza como puedas (Airplane, 1980-82) y Hot shots (1991-93) al que le informan de la llegada en tren de unos bandidos a los que metió en la cárcel y juraron vengarse. Intentará conseguir, sin éxito, durante el día y mientras se acerca el tren, ayuda para hacer frente a los malhechores, pero nadie se implicará, de modo que cuando lleguen estará solo ante el peligro.
Como ya se ha apuntado, resulta abrumadoramente innovadora para su época (por su dramaturgia, en prácticamente tiempo real, así como quizás por su atmósfera de creciente suspense, lo cual la acercaba a otro de los géneros más populares de la historia como es el thriller No entiendo cómo pudo ser sobrevalorado en el momento de su estreno, así como directamente, y usando palabras más duras, vapuleado su realizador y su obra por colegas de profesión como Howard Hawks o John Wayne, a quienes nunca les gustó, argumentando que tanto violaba el conocido “códido de honor del macho” de los western, según el cual el héroe no podía sentir miedo, y mucho peor que sentir miedo era ser salvado por una mujer, como también que era una parábola sobre el antiamericanismo y la caza de comunistas de la época (despreciable recurso el de aquellos años, que consistía en ver a casi cualquier película con malos ojos por si tenía cualquier cosa que pudiera acusarla de anti-americana). Además, argumentaban que el personaje de Cooper podía abandonar el pueblo en lugar de quedarse y enfrentarse a los malos. El problema es que no podía quedarse, ya que iba a casarse y prosperar allí, de modo que su única salida es enfrentarse a ellos.
Eso es lo que no entendió el realizador de Río Bravo. Afortunadamente el tiempo ha puesto en su sitioSu sólida tensión estructural la compone un inspiradísimo Zinnemann de tres elementos: el primer elemento lo conforman los sucesivos y constantes primeros planos de los relojes del pueblo (los cuales son enfocados desde más y más cerca a medida que va llegando la hora: “noon”, o sea, mediodía), que provocan un efecto de urgencia en el espectador.
El director enfoca el segundo elemento en el personaje de Cooper, caminando sin ayuda por las calles hasta llegar a un gran plano del pueblo entero con él al fondo. El tercer elemento del son las vías del tren, durante todo el filme estáticas, amenazantes, hasta que el tren llega el pueblo parando con su correspondiente humareda negra que avisa del peligro inminente y ya inmediato para el sheriff. Todo está englobado en un gran mosaico de tensión narrativa y psicológica que abarca la menos de hora y media que dura la cinta, además de la muy rica en matices fotografía que desprende. Su personaje principal, Will Kane, se recordaría desde su estreno como el héroe por antonomasia del western norteamericano, y eso que fue el primer protagonista de un western que tenía miedo.Simplemente una película para disfrutar todo el mundo, “solo ante el peligro” o con la familia/amigos.