La temporada de la superpoblación y los guardias repulsivos
[¡Artículo con spoilers!] No quise escribir sobre esta temporada hasta no haberla visto al completo, porque quería tener la visión de conjunto. Las series de Netflix se escriben con la de idea de que nosotros, los espectadores, podamos "maratonearlas" y ver los episodios cuando nos apetezca; por tanto, analizarla capítulo por capítulo, o por tramos, no tendría demasiado sentido. Y lo cierto es que, al principio, la trama prometía mucho: Lolly salvaba a Alex de ser asesinada por el guarda, y Orange is the New Black jugaba con su humor negro, marca de la casa, de manera magistral, cuando el traficante pedía al sicario una foto de las tetas del cadáver de Alex... con emoticonos. Porque esta serie sigue siendo enorme cuando quiere, las cosas como son.Nuevos guardas eran contratados. Ochenta nuevas presas llegaban a la prisión, y Judy King aparecía también con la promesa de revolucionar el gallinero como ya lo hizo la gran Vee, allá en la segunda temporada -mi favorita hasta la fecha-. Veo el concepto. Veo que los guionistas estaban jugando con grandes ideas. Pero lo cierto es que no vi que todas esas ideas hicieran "click", encajasen, hasta los últimos episodios. Y, en una temporada de trece episodios, plantear los diez primeros de manera tan pobre no es algo fácil de compensar, por mucho que el trecho final realmente haya sido tan espectacular y emotivo.
Morello ha sido uno de los personajes cuya cansina trama esta temporada, excepto en el final y salvando ciertos alivios cómicos, ha dejado mucho que desear
¿Orange is the New Black se ha "relajado"? Ha seguido teniendo momentazos, haciéndonos reír a menudo, pero también ha habido episodios -hay que decirlo-, muy tediosos. Y que Orange is the New Black resulte tediosa es algo gravísimo, y más si tenemos en cuenta que es una serie que siempre está presumiendo de "frescura". Pero lo cierto es que esta temporada ha tenido situaciones que, más que "frescas" e hilarantes, han sido absurdas. Que insistieran tanto en que Red no pudiera dormir por los ronquidos de su compañera, o la tontería del pasado titiritero racista de Judy King, han sido tramas muy deslucidas. Vista en perspectiva, indentifico tres grandes problemas en esta temporada: 1) el querer guardarse lo mejor para el final; 2) los nuevos guardas, que han tenido nulo carisma y nos han hecho añorar mucho a algunos como Pornstache; y 3) el exceso de personajes.
La coralidad de Orange is the New Black, antes su mayor aliada, ahora se ha vuelto en su contra. ¿De verdad era necesario introducir tantos nuevos personajes? No teníamos en plantilla una chica de Hawaii ni una musulmana con velo, vale... pero, ¿qué han dado de sí esos personajes, aparte de un innecesario pique judío-musulmán y una "traición" a Piper? Ni siquiera me he aprendido sus nombres, fijaos la huella que han dejado en mí. Quizá de haber habido menos personajes, habrían podido centrarse de manera más eficiente y profunda en cada uno de en ellos. Y, quizá entonces, habríamos podido empatizar mejor con Piper al comienzo de la temporada, entender mejor ese "viaje a ninguna parte" al que se estaba dirigiendo por su empeño en tener un propósito y proteger su negocio, intentando ganar a la cárcel. Pero, salvando las conclusiones finales, el trayecto de Piper esta temporada ha estado pobremente planteado y escrito. ¡Y lo dice un fan de Piper!
Lolly y #BlackLivesMatter, lo mejor de la temporada
En una temporada donde el tedio y la falta de originalidad han pesado tanto, y solo algunas tramas como las de Penntucky y su manera de lidiar con su violación me han entusiasmado desde el principio, personajes como Lolly han sido como un oasis en medio del desierto. Todos mis aplausos para Lori Petty, que ha sido quien, para mi gusto, más se ha lucido esta temporada. Esa conexión entre Lolly y el señor Healy ha sido mucho más emocionante y auténtica que la relación tan extraña -y sigo pensando que innecesaria- de Healy y Red la temporada pasada. Porque esa es la magia que aún conserva Orange is the New Black: la de descubrirnos que secundarias que hasta hace poco no parecían más que un chiste, en verdad son mujeres con un pasado, con una historia: con una vida, y que también cuentan. En ese sentido, también fue un gran acierto que nos descubrieran la loquísima historia de Blanca Flores.
Si os soy sincero, fue a partir del 4x11 "People Persons" cuando empecé a disfrutar plenamente Orange is the New Black esta temporada. Todo ese barullo de historias inconexas y poco emocionantes por fin tuvieron sentido y encajaron cuando el cadáver fue descubierto, y se obligó a las presas a recluirse en sus cubículos. El capítulo cohesionó todas las tramas, las convirtió en una sola, y Orange is the New Black es en estas situaciones cuando mejor funciona, en lugar de cuando cada loca va a su tema y no hay relación entre ellas. El intenso interrogatorio a Red nos recordó por qué esa mujer es una fuerza de la naturaleza, la historia de Suzanne Crazy Eyes y su pelea también "recuperaron" a un gran personaje, y ese final con Lolly yéndose a psiquiatría nos partió el corazón. Fue como si Orange is the New Black se hubiera dejado por fin de tonterías y hubiera empezado a exprimir de verdad a los grandes personajes que tenía.
¿Puedo llorar otra vez?
El descubrimiento del cadáver también terminó de hacer perder a los irritantes guardias (qué insoportables han sido, de verdad) la poca compostura que les quedaba. Fue hermoso ver cómo todas las mujeres de la cárcel dejaban atrás la raza y sus diferencias y se convertían en un solo grupo, unidas, alzándose contra la opresión en una sentada pacífica que terminó de la manera más inesperada: con la muerte de Poussey. ¿¡Pero esto qué es!?
Al principio mi culo se quedó torcido hasta límites insospechados. No me entraba en la cabeza que hubieran decidido quitarse de en medio a uno de sus personajes más dulces, originales e interesantes. Porque Poussey es todo lo que está bien en la vida. Pero luego recordé que esta temporada iba a tocar un tema que, de hecho, está de rabiosa actualidad en Estados Unidos: el de #BlackLivesMatter. Y qué mejor forma de criticar la gravedad del problema que matando a una mujer negra que tanto queríamos y mostrando la manera en que fue tratada después, olvidada en el suelo de la cocina como un trapo, tratando de ser demonizada para proteger a la prisión y, finalmente, con su nombre silenciado en la rueda de prensa de Caputo, que dio más prioridad a la protección del chico blanco. El gran acierto de la temporada, quizá, es que, aunque podíamos entender también al guarda, éramos conscientes de que, en última instancia, la que perdía era ella. Ella pasaba a ser, simplemente, otra chica negra muerta. Podíamos sentir como si fueran nuestros el dolor y la indignación de Taystee.
... vale, voy a llorar otra vez
Ha sido emocionante. Ha sido brillante. Ha sido, como decía al principio del artículo, necesario. Pero hemos tenido que esperar demasiado para los fuegos artificiales. Y, aunque ese final en forma de brutal cliffhanger ha sido intenso y loquísimo, con Daya siendo la inesperada protagonista, creo que en realidad prefiero la conclusión más relajada y dulce de la temporada pasada en el lago. Porque Orange is the New Black ha tirado la casa por la ventana, sí: pero eso no la exime de la temporada tan floja que se ha marcado. En una temporada de 13 episodios, no vale dejarse todos los cartuchos para los tres capítulos finales. A la quinta temporada le pido que la trama general esté mucho mejor planteada y cohesionada. Y, sobre todo, que vengan nuevos guardias.
PD: Judy King no me convenció al principio, pero al final me ha terminado gustando mucho. Ella y el guarda buenazo han sido las dos únicas incorporaciones que he aplaudido esta temporada.
PD2: Tampoco quería quedarse sin decir que, para la temporada que viene, necesitamos ver MUCHO MÁS a Sophia. ¿Qué fue eso de tenerla en aislamiento casi toda la temporada? Más minutos para Sophia, por favor.
Isidro López (@Drolope)