Revista Infancia
Constantemente consultan pacientes por síntomas como fiebre, mocos, malestar general, un poco de tos, a lo mejor algún brote y casi automáticamente sacamos debajo de la manga la respuesta: "Sólo es una virosis".Afortunadamente la gran mayoría de las veces tenemos razón y la situación no pasa a mayores, los padres se tranquilizan y se usan medidas caseras y medicamentos para el control de los síntomas.Pero cuidado, que a veces nos confiamos, hacemos diagnósticos por teléfono o Internet y no revisamos físicamente a los pacientes o no orientamos acerca de los signos de alarma que deben llevar a los padres a llevar a sus hijos al servicio de urgencias, nos conformamos con una foto enviada por el Whatsapp y pensamos que hicimos buen trabajo y los padres se sienten falsamente seguros porque el pediatra está al otro lado de la pantalla.Muy pocas pero al fin al cabo, algunas estresantes veces, estas Virosis, se convierten en las temidas Miocarditis, Guillain-Barré, encefalitis y neumonías complicadas.El llamado es a actuar con responsabilidad, revisemos bien los pacientes, hagamos un examen físico y una historia clínica completa, si se considera necesario hay que desnudarlos, hacerlo con el mayor tacto y delante de sus padres para que el paciente se sienta cómodo, o al menos, lo menos incómodo posible, pero debemos disminuir la posibilidad de pasar por alto cualquier cosa que nos puede ayudar en el diagnóstico. No hagamos nuestro acto médico a la distancia, por redes sociales o el teléfono, a menos que este acto médico sea basado en educar, tranquilizar con información precisa y oportuna y orientar a los padres.La experiencia me ha enseñado, que incluso cuando revisamos a un paciente y creemos que en el momento la enfermedad no es grave pero podría evolucionar hacia algo que amerite más cuidado, es recomendable hacer una revisión del paciente 24, 48 o 72 horas después, dependiendo de cada caso en particular, esto tranquiliza mucho a los padres.Recordemos que muchas situaciones de la crianza son difíciles para los padres de familia, en especial un hijo enfermo les genera temores debido muchas veces al desconocimiento y la falta de información adecuada y es la labor de nosotros ser los responsables de aclarar dudas, tranquilizar, informar y sobre todo: curar a veces pero consolar SIEMPRE.