Es delicioso y está delante de nuestras narices.
Unos, acostumbrados a la rutina de la belleza, pasan sin mirar.
Otros, se paran, se deleitan, la plasman y se la guardan. Suelen ser los que son nuevos. Los que pasan por ahí, muy pocas veces…
Hay otro grupo, el llamado “siempre-la-ven”. Son los privilegiados, los que tienen la mirada...Los que son capaces de ver la belleza , en cualquier lugar. En el campo, en el metro, en un viejo balcón, en una playa paridisíaca o en una ciudad multitudinaria. No importa, tienen la suerte de ver , siempre y, ser sorprendidos, siempre, por el impacto de la belleza. Ese “siempre”, es lo que marca la diferencia.
Saben que está ahí, a un palmo de nuestros ojos cansados.
Estas fotos son unos mosaicos de la belleza que se me muestra. No siempre la veo pero cuando eso pasa… me deleito.
Son cosas sencillas como unas nubes y una maceta de menta fresquita.
O un trozo de campo , lleno de amapolas silvestres …
Dejaros llevar un segundo, por las nubes, la menta, las amapolas y la hierba fresca…
Ayuda a volver.
Ommmmmmm ; – )