Revista En Femenino

Sólo los amantes sobreviven

Por Expatxcojones

Sólo los amantes sobreviven

Portada El Pan a Secas, Mohammed Chuckri expatriadaxcojones.blogspot.com

Existen tantas ciudades como ojos. Personas que miran. Mentes que piensan. Corazones que sienten. Turistas, expatriados, autóctonos, cada uno ve la ciudad de un modo único e irrepetible. Después, está la mirada del cineasta.
Hace unos días estuve viendo una película de Jim Jarmusch, Sólo los amantes sobreviven. Una historia de vampiros que no tiene nada de vampírica. Casados hace siglos, los protagonistas viven separados. , en Detroit. Ella do menos estar presenciando una historia de vampiros. Casados hace siglos, los protagonistas viven separados.Él, en Detroit. Ella, en Tánger.
Escena primera. Una mujer, vestida con una hermosa chilaba amarilla y tumbada en la cama. Una cama antigua, con dosel de madera. Un disco suena en un viejo tocadiscos. El vinilo da vueltas. Ella, también. A su alrededor, libros. Muchos libros. En las estanterías, en el suelo, por las escaleras. Libros y más libros. La música se termina.
Escena segunda.La mujer se viste y sale a la calle. Es de noche. Quizás las tres, las cuatro de la madrugada, bien podrían ser las cinco. Y aquí es donde la visión de Tánger me seduce. Ciudad silenciosa. Edificios coloniales. Calles tortuosas. Pintura azul. Puertas de madera. Ningún transeúnte. Sólo ella y la ciudad.
Tánger en el imaginario del cineasta es exótica, misteriosa y cautivadora. Y, en verdad, lo es. Pero al mismo tiempo, también, es sucia, ruidosa, tramposa, a veces, incluso cruel.
Viendo esta ciudad recreada—real e imaginaria a la vez— no puedo evitar pensar en Allen Ginsberg, Jack Terouac, Truman Capote, Tenesse Williams y Francis Bacon. Todos ellos pertenecientes a la generación Beat y todos ellos amantes confesos de Tánger. Pero cuando se habla de esta de ciudad y se une a la palabra literatura, un nombre sobresale de entre el resto. Ese nombre es Paul Bowles. El escritor que cambió su América natal para vivir en Tánger. Aquí estuvo muchos años y escribió muchos libros, quizás el más famoso porque fue llevado al cine es El cielo protector.
Es a ellos, pero sobretodo a él, a quienes vienen buscando los turistas. Siguen su rastro. Anhelan dar con su espíritu. Se toman algo en El Café de París, rememorando la época en que lo hacía él. Pasean por el Zoco Chico, intentando sentir lo que sentía él. Todos fascinados por el mito de la ciudad Internacional, cosmopolita, crisol de culturas. Así la describen las guías. Páginas y páginas que siempre hablan de lo mismo. Pero hay otros escritores, y entre él me gustaría mencionar a uno, que también han escrito sobre Tánger. El otro Tánger.
Opina éste escritor díscolo que este amor por Tánger no es un amor verdadero, si no más bien un amor abstracto. “Amaban la ciudad del mismo modo que aborrecían a sus habitantes”, dice. Amaban la libertad, sentir que aquí todo era posible, con dinero podías conseguir cualquier cosa —un dinero que sólo ellos tenían—. Esa era la ciudad que amaban. Una ciudad permisiva, exclusiva de unos pocos, que vivía de espaldas a lo que sucedía a su alrededor, en la otra Tánger. La ciudad invisible, la que se esconde bajo la superficie, la ciudad por otro revelada.
Su nombre es Mohammed Chuckri. De padres rifeños, Chuckri llega a Tánger muy joven. La crueldad de su padre lo lanza a la calle siendo todavía un niño. Pero un niño que deberá aprender rápido si quiere sobrevivir en esta ciudad de truhanes, timadores y pillos.
Lo cuenta en El pan a secas, su autobiografía. Una mirada descarnada sobre una población condenada a la miseria, la sumisión, el abuso, el analfabetismo. Chuckri habla de la vida en las calles de Tánger. Habla de prostitución, alcohol, drogas y delincuencia. Habla de peleas, brutalidad policial y corrupción gubernamental. Chuckri habla de su vida. Una vida trágica y marcada por la desgracia. Una vida como la de muchos de sus coetáneos. Analfabeto hasta los veinte años, aprendió a escribir cuando hacía tiempo que ya era un hombre y no publicó esta obra hasta cumplidos los treinta y ocho.
Un dato: El pan a Secas se publicó en el año 1973 pero fue prohibida por escandalosa en la mayoría de los países árabes. No se editaría en su lengua original hasta el año 2000; veinte años después de haber sido escrita.

Volver a la Portada de Logo Paperblog