Infinito es el número de los tontos. Eclesiastés.
Sólo los tontos hacen tonterías
Todos somos tontos de vez en cuando (generalmente más veces y más tontos de lo que creemos) y además tratamos con gente que hace tonterías.
Además, es justo reconocer que quienes parecían tontos en realidad nos hicieron quedar a nosotros como tales. Por este motivo hay que intentar detectar la tontuna propia y la ajena, evitando disgustos y aprovechando las ocasiones que la sociedad que nos regala al estar rodeados de tontos.
El mismísimo Albert Einstein también creía en el poder de los tontos. Suya es la cita de que "sólo hay dos cosas infinitas; la estupidez humana y el universo. Y no estoy muy seguro acerca de lo último."
Aunque la mejor definición la da Baltasar Gracián cuando dice que “son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen”. Un poco pesimista, pero cierta y avalada por la experiencia del trato con tontos.
El ser humano, ya sea de forma individual o colectiva ha dado infinitas pruebas de hacer tonterías. Tal vez sea por aquello de que somos una especie inteligente y con libre albedrío. Por eso somos libres de equivocarnos y caer en la tontuna, al contrario de otras especies sin estos atributos. Asusta pensar cuan tontos serían una especie alienígena con miles de años de ventaja en las mismas cualidades de los humanos. Sus tonterías deberán ser astronómicas. Quizás por eso no hemos contactado aún. Por tontos.
Sólo los tontos hacen tonterías
Dejo esta idea para pensadores y filósofos, pues por más que he investigado, no he visto abierta esa línea de pensamiento. Marco Aurelio y Baltasar Gracián mencionan de pasada la estupidez humana, Erasmo de Rotterdam escribe todo un libro sobre el tema y Santo Tomas de Aquino redactó un tratado sobre la estulticia. Sólo he encontrado a un autor, Pino Aprile, que aunque no indica por qué existe la estupidez, por lo menos nos sugiere para qué pudiera existir.Pese a que muchos autores como Peter o Dilbert han abordado esta cuestión en tono humorístico, el tema no deja de ser tragicómico, pues un tonto en acción genera más catástrofes que cualquier otra cosa en el mundo. Aun así, tengo fe en nuestra especie, pues pese a todo este lastre de la estupidez, seguimos vivos. Y hasta se podría decir que avanzamos, aunque a veces no queda uno muy convencido.
CONTINUA EN: Nunca discutas con un tonto, de Leonardo Ferrari