Hoy me gustaría darte mi opinión personal y profesional respecto a uno de los platos más clásicos en el menú de boda: el solomillo de ternera.
Y es un habitual por muchos motivos: está asociado de alguna manera con las celebraciones y el lujo, tiene un sabor y una textura que agradan a la mayoría, es uno de esos platos en los que se va sobre seguro...
Y a pesar de todos esos motivos, yo nunca lo recomiendo ni en el menú de bodas ni en el de ningún tipo de evento donde haya más de 20-30 comensales. Si te preguntas por qué no estoy a favor de tan rico manjar en la recepción, te lo cuento a continuación:
- A estas alturas de la película, el solomillo de ternera ya no es esa rara avis que antes de comía sólo en contadísimas ocasiones. Le pasa como a los langostinos, ya no son el paradigma del lujo.
- Aunque sigue habiendo muchas personas que asocian el solomillo a las bodas, hay muchos invitados que lo que desean es que les sorprendan, que les emocionen con el menú. Siempre dentro de un orden, claro...
- Preparar un solomillo "10" es difícil: hace falta materia prima de calidad, tener una cocina o una parrilla bien equipada, que los cocineros sepan lo que hacen y que haya un equipo numeroso para poder cocinarlos a tiempo para servirlos en el momento a todos los comensales. Y esto, por mucho que se empeñen los grandes chefs, que recomiendan el solomillo como parte del menú de bodas, no es posible con los cocineros y equipos con los que suelen contar la mayoría de hoteles, restaurantes, salones y fincas. Por mucho que lo intenten, no están en disposición de hacerlo, por lo que terminan haciendo los solomillos con mucha antelación y dejándolos en el horno hasta que llega la hora de servirlos. Y eso al solomillo no le sienta muy bien.
- Tanto el sabor como la textura del solomillo pueden ser deliciosas, pero es difícil conseguirlo. Ambas condiciones se ven mermadas si la calidad no es buena, si no está bien cocinado o si se ha recalentado.
- Y, en cuanto al sabor, en la mayor parte de las ocasiones se pierde entre salsas, aderezos y hojaldres. Al quedarse resecos por el tiempo que llevan hechos y recalentándose en el horno, se suelen ofrecer con salsas (Oporto, Pedro Ximénez, Roquefort, Parmesano, Foie..); con lo que el sabor de la carne tampoco es el protagonista del plato, lo es la salsa. Y, la verdad, es una pena tener que disfrazar con salsa una pieza de carne, porque no está en condiciones de servirse sin nada. Para eso es mejor contar con otras partes de la carne más económicas y sabrosas, que están deliciosas con salsas, hojaldres, etc.
- Y, respecto a la textura, también puede ser un campo minado. Aunque se suele decir que el solomillo de ternera es una carne fácil de comer, no siempre es cierto. Si la carne está poco hecha, habrá quien lo deje en el plato o termine por marear a los camareros; si está demasiado hecha, será como comer corcho con guarnición.
- Otro de los problemas que puede dar el solomillo es precisamente conseguir el punto justo. La carne es uno de esos alimentos en los que nadie se pone de acuerdo: hay a quien le gusta tan crudo que casi le oiga mugir y a quien le gusta más del estilo calzado, es decir, como una suela de zapato. Y eso puede ser un problema, tanto para los invitados (tendrán que pedir que se lo pasen o que le traigan otro) y para el equipo de camareros y cocineros, que perderán el tiempo yendo y viniendo a la cocina a por la carne al punto de cada comensal.
- Y no te dejes engañar durante la prueba del menú. En todas las pruebas los solomillos están riquísimos, tiernos y en su punto. Si no os gusta, amablemente os lo pasarán más u os traerán otro, pero el día de la boda... la cosa será distinta. Doy fe de que hay en bodas donde en la mesa presidencial se sirve un producto de más calidad y se pregunta por el punto en el que lo desea cada uno... y al resto de los invitados, que se vayan aguantando. Como todos somos muy educados, si los novios te preguntan cómo estaba todo, tú dirás que estupendamente; aunque luego salgas echando pestes de la carne que te han servido.
¿Qué tal otro tipo de carne distinto del solomillo de ternera?
Estas son mis razones, por las que creo que servir solomillo no es ir sobre seguro, para mí es jugársela. Puedes acertar (ojalá) o no.
Siempre puedes elegir otros platos tan sabrosos y ricos como el solomillo de ternera: carrilladas de ternera o cerdo, solomillos de cerdo, cochinillo, ossobuco, cordero, ciervo, avestruz, pintadas, picantones...
Cualquiera de estas opciones al horno, estofadas, hojaldradas, con salsa o con otro tipo de aderezo pueden ser un acierto.
Si al final te decantas por el solomillo de ternera, perfecto, pero no descartes otras posibilidades dentro del menú de bodas.