El reto de los nueve puntos es un ejemplo de cómo nuestro cerebro reorganiza la información que recibe de los sentidos.
En este caso nuestros ojos sólo ven nueve puntos separados e inconexos, pero al llegar la información al cerebro este la reorganiza en función de nuestra experiencia previa y percibimos un cuadrado, de tal manera que nuestros intentos para solucionar el problema se centrarán compulsivamente en resolverlo sin salirnos de los límites del supuesto cuadrado.