El 2016 ha sido un año de cal y arena para el Paris Saint Germain. Si bien es cierto que se proclamó campeón de Liga con todavía ocho jornadas por disputarse y convirtiéndose de esa forma en tetracampeón, la otra mitad del año está siendo un calvario para un equipo acostumbrado a ganar a sus rivales casi sin despeinarse.
En verano la directiva decidió relevar a Laurent Blanc del banquillo para apostar por la experiencia europea y logros cosechados por Unai Emery en el Sevilla con la única y clara intención de alzarse, por fin, con la ansiada Champions. Pero las cosas no han salido hasta la fecha como se esperaba. El conjunto parisino es tercero, con 39 puntos, a dos del segundo, el Mónaco y a cinco del líder, el Niza, que tiene 44, con lo que ya dijo adiós hace dos jornadas a poder revalidar el reconocimiento de ser campeones de invierno.
Eso sí, despiden el año recuperando sensaciones perdidas, mostrando su mejor versión para golear 5-0 al colista Lorient y poner sabor dulce a un mes de diciembre para olvidar. Y es que los datos así lo hacen valer. Lo comenzaron perdiendo en casa ante el Montpellier, en la siguiente jornada empataron con el Niza para volver a perder en su visita al Guingamp con lo que sumaban un sólo punto de nueve posibles. Estos resultados en la Ligue 1 pero en la Champions no se puede decir que las cosas mejorasen. Se clasificaron como segundos al acabar la fase de grupos empatando en el Parque de los Príncipes ante el modesto Ludogorest, con lo que cedieron el primer puesto al Arsenal. Y ahora se verán las caras en octavos ante el Barcelona. En la única competición en la que las cosas van bien es en la Copa de la Liga, donde eliminaron al Lille en octavos. Seis encuentros y sólo dos victorias.
Hasta esta última jornada intersemanal, llevaban tres partidos ligueros sin ganar, algo nunca imaginado para un club que no deja de invertir y gastar millones en reforzarse para estar en lo más alto de la cúspide futbolística. Las críticas no se hicieron esperar y todas ellas fueron dirigidas a una misma diana con nombre propio: Unai Emery. Una encuesta recientemente publicada por France Football, revelaba que el 70% de la afición no confía en el técnico vasco que cosecha cuatro derrotas en diecinueve partidos, la mitad de las que tuvo su antecesor en un total de 114 partidos. Y es que el PSG no las sumaba en la Ligue 1 desde la temporada 2010-2011.
Emery ha intentado desde el inicio imprimir al equipo un juego más físico, contundente y directo que ya le funcionó en el Sevilla pero que en París no está surtiendo efecto. Al menos, de momento. Porque el PSG está acostumbrado a tener el balón y cambiar el estilo no es algo que se consiga rápidamente. Es cuestión de tiempo y ya se sabe que en los equipos grandes ese término no existe. A ello hay que sumarle la difícil adaptación que están teniendo los fichajes.
Con el río revuelto, ya suenan refuerzos para el mercado de invierno y recambios para el banquillo: Mancini, Capello, pero es el holándes Louis Van Gaal el que lo hace con más fuerza, sobretodo por su estrecha relación con el director técnico, Patrick Kluivert. Se conocen desde que coincidieron en el Ajax y posteriormente en el Barça. Ahora, faltará ver si la última victoria es el punto de inflexión que necesitaba el equipo o un simple espejismo para pasar unas fiestas navideñas en tranquilidad.
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