La vieja Europa desde hace mucho tiempo ha criticado el tipo de sociedad estadounidense, esa que está enteramente regida por el dinero. En la que ningún otro valor, ni moral, ni cultural, ni humano, ni familiar, ni cívico, ni religioso, ni profesional o deontológico, ni intelectual tienen vigencia por y para ella. En la que todos esos valores remiten al dinero. En la que todas las cosas son mercancías: se las ve y se las utiliza exclusivamente como mercancías. En la que sólo se estima a una persona por su cuenta en el banco. En la que todos sus presidentes han estado vendidos a los petroleros o a los traficantes de armas o al grupo de presión agrícola o a los especuladores de Wall Street. USA es la jungla por excelencia del liberalismo y del capitalismo salvajes. Además, y como consecuencia en cierto modo, los ricos en ese país son cada vez más ricos, mientras que los pobres, cuya multitud no cesa, en cambio, de aumentar, son cada vez más pobres. La pobreza es la plaga moderna de Estados Unidos. Por todas partes se ven en ese país hordas de miserables hambrientos, entre los cuales circulan lujosas chauffeured limousines con cristales opacos de multimillonarios.
Esa pobreza y esas desigualdades han horrorizado legítimamente al europeo, tanto más cuanto que en América no existen ayudas para los más necesitados, ni la menor solidaridad. Sólo los que tienen dinero pueden recibir tratamiento de enfermedad, ya que allí, tanto para los médicos como para todos los demás americanos, el beneficio es lo único sagrado. Y también los adinerados son los únicos que pueden hacer estudios prolongados ya que las universidades son de pago.Y a esto sumamos la violencia. Esa que reina por doquier en USA, con una delincuencia y una criminalidad que jamás imaginamos en Europa
Pero el broche de oro de todo esto es que hay pocas posibilidades de curar todos esos males cuanto que los estadounidenses se caracterizan por elegir como presidentes a simples retrasados mentales. Desde el vendedor de corbatas de Missouri Truman hasta el cretino congénito de Texas George W. Bush, pasando por el vendedor de cacahuetes Carter y el actor de serie B, Reagan, contemplamos en la Casa Blanca una auténtica galería de retrasados mentales profundos. Nada que ver con Rajoy o su predecesor...
Los Estados Unidos son —como todo el mundo lo sabe— una democracia sólo en apariencia, y ahora nosotros nos convertimos en una fiel copia de ellos. Excepto en el tema de las armas (las que cada uno tiene en su casa porque en cuanto a la venta de armas estamos muy cerca de ellos), en lo demás, les estamos imitando como si fueran la panacea universal que tanto han popularizado sus películas hollywoodienses.
Pero no somos la USA europea, porque como lo lo único público que tendremos serán las deudas del estado, seremos más bien un pais de los del sur, eternamente hipotecados, constantemente empobrecidos y profundamente desesperanzados, entregados única y exclusivamente a la misericordia de dios -si es que aún se puede creer en algo con las cosas que nuestros ojos han visto y nuestras carnes han sufrido-. Hoy algunos españolitos muy católicos andarán en limousina, pero la verdad es que cada día son más y más los que recorren las calles y las plazas a pie, buscando un trabajo, una ayuda, o algún indicio de que por fin se ha encontrado la fórmula para combatir la invisibilidad y que de nuevo sus familas vuelven a tener una luz de esperanza.